“La idea es encontrar zonas con un alto grado de conservación, donde no haya presencia humana, y que puedan ser propuestas para su protección”, explicó Chiesa desde la embarcación. También remarcó que cada muestra extraída tiene un propósito claro, “No vamos a tomar organismos porque sí. Hay una responsabilidad. Cada muestra tiene que tener un fin científico, ambiental o de conservación”.
La expedición se apoya en un robot submarino llamado SuBastian, equipado con cámaras de altísima definición y dispositivos de recolección especialmente diseñados para no dañar el ecosistema. El material que se obtiene incluye especímenes biológicos, datos sobre corrientes, temperatura, composición química del agua y posibles contaminantes como microplásticos.
Uno de los aspectos más destacados del proyecto es su impacto en la difusión científica, las transmisiones en vivo por YouTube superaron el medio millón de vistas en pocos días, mostrando criaturas marinas que jamás habían sido filmadas en vida, como corales, anémonas y peces abisales.
Chiesa también valoró el papel de la educación pública argentina en esta experiencia, “Sin el estudio previo, ni la capacitación que nos dieron las universidades públicas, no hubiera sido posible”. Y agregó que, pese al desarrollo tecnológico que permite esta exploración, apenas el 0,001% del océano profundo ha sido investigado con imágenes, por lo que aún hay un vasto universo por descubrir en las profundidades de nuestro propio planeta.
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