El 28 de octubre de 1998 el presidente Carlos Menem viajó a Gran Bretaña para ser recibido por la Reina Isabel II y se convirtió así en el primer jefe de Estado argentino en pisar ese país desde la guerra de Malvinas de 1982.
La visita del riojano no fue azarosa y tuvo como marco la derrota de su cuadro en las elecciones legislativas dos días antes y la proximidad de la autorización británica para los vuelos argentinos al archipiélago, algo que el Gobierno deseaba en su búsqueda de engrosar las relaciones diplomáticas.
Al mismo tiempo, la caída electoral también se reflejaba en la creciente imagen negativa de todos los integrantes del Ejecutivo pero principalmente de Menem.
Aquél día, el primer mandatario bajó de un vehículo negro que lo trasladó desde el aeropuerto hasta el Palacio de Buckingham y, sonriente como de costumbre, saludó a la reina que lo esperaba con una comitiva.
De acuerdo a los diarios de la época, el líder justicialista le llevó un regalo especial: una chalina de vicuña y hablaron de caballos.
En la tarde de ese mismo día, Menem concurrió a la catedral de St. Paul para rendirle homenaje a los soldados británicos caídos en la guerra de 1982, algo que molestó a la sociedad argentina y le generó un sinfín de críticas.
Al final de la jornada, el presidente le extendió la invitación para que visitara el país, pero la monarca nunca cumplió, pero decidió enviar en su lugar a su hijo Carlos.
Aún en suelo británico, el peronista se reunió con Tony Blair, primer ministro, para avanzar en el levantamiento del embargo militar británico y firmar acuerdos de cooperación para el Comercio, Inversiones, Deportes, Educación y Actividades espaciales.
Cerca del final de su vista, Menem jugó al golf en el mítico campo de St. Andrews, Escocia, y expresó su intención de volver.
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