Técnicos del Comando Conjunto Antártico (Cocoantar) y del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) pusieron en marcha cultivos de dos variedades de lechuga, rúcula y perejil en el Módulo Antártico de Producción Hidropónica (MAPHI) instalado en la Base Antártica Conjunta Marambio, con el objetivo de abastecer de vegetales frescos a la dotación de ese emplazamiento casi inaccesible entre los meses de abril y noviembre.
El proyecto, que comenzó a producir las primeras verduras frescas a mediados de mayo a partir de una prueba iniciada para evaluar el funcionamiento y calibrar los sistemas, se espera que a fines de junio se encuentre plenamente operativo.
La iniciativa es posible gracias a la implementación de una técnica de producción en la que se cultiva sin suelo, en un medio líquido a través del cual se entregan los elementos nutritivos a las plantas; entre sus principales cualidades se destacan la eficiencia en el uso del agua, alta compatibilidad con el automatismo del proceso productivo y la optimización de uso de espacios pequeños, pudiéndose implementar la producción de los cultivos en lugares con suelos de mala calidad, baja disponibilidad de agua, o con condiciones climáticas adversas para la producción como las que presenta el ambiente antártico.
El proyecto es dirigido por el investigador del INTA y de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral (UNPA), Jorge Birgi, con el vicecomodoro Federico Vassallo por parte del Comando Conjunto Antártico (Cocoantar) junto al suboficial auxiliar Cesar Ismael Araujo Prado, encargado de la división Prevención de Accidentes, Seguridad e Higiene y Ambiental del Cocoantar.
Araujo Prado afirmó que "el proyecto está organizado en tres pilares fundamentales, un módulo de producción MAPHI M5 H instalado en la base Marambio, un panel de control y monitoreo que mediante telemetría informa las condiciones de producción y el estado del sistema, y un programa de capacitación para los operarios del Cocoantar encargados de producir".
"El módulo se encuentra instalado en un clima polar antártico, con un fotoperiodo extremo y temperaturas máximas medias que en julio pueden llegar a los -11°C y descender hasta los -20°C; para superar estas limitantes el módulo cuenta con la posibilidad de controlar la intensidad de luz y la cantidad (horas totales) entregada a las plantas", indicó.
El militar señaló que "en su interior se controla la temperatura ajustada a niveles óptimos para facilitar el crecimiento, y se aportan la totalidad de los elementos nutrientes necesarios para el normal desarrollo de los cultivos".
"Para el seguimiento de las condiciones de producción, se instalaron cámaras de alta definición que fotografían diariamente los cultivos, sensores de temperatura y humedad relativa, sensores de pH y conductividad eléctrica, sensores ultrasónicos de nivel para relevar la cantidad de agua, soluciones disponibles y su temperatura", detalló.
Además, el sistema es capaz de relevar el consumo eléctrico y estabilidad de la línea, la cantidad de agua que ingresa y el caudal de entrega a cada línea de producción. En cuanto a la seguridad, el sistema puede detectar derrames, humo y llamas, e informar de la situación a los operarios y a los nodos de monitoreo para solucionar eventuales problemas en el menor tiempo posible.
Toda la electrónica del módulo fue diseñada y fabricada específicamente para el proyecto por el Grupo de Investigación en Computación de Alto Rendimiento la UNPA, contemplando la disponibilidad local de componentes y las capacidades disponibles en el lugar.
Desde la Base Marambio, Jorge Birgi, investigador del INTA Santa Cruz, quien se encuentra junto con su colega Boris Díaz en el módulo hidropónico a cargo del desarrollo de las plantas, destacó que "el trabajo es muy intenso y lo vivimos con mucho entusiasmo porque estamos produciendo las primeras plantas hortícolas de la Antártida Argentina".
De acuerdo con Birgi, están en plena finalización de la última de tres etapas: "Hicimos las pruebas hidráulicas del sistema de producción, instalamos el sistema de telemetría y calibramos los sensores para el seguimiento de los cultivos", detalló, y explicó que "con la primera siembra se están probando los sustratos, las semillas y la respuesta de las plantas a la solución nutritiva".
Por su parte, Boris Díaz, referente de agua en el INTA Santa Cruz, evalúa la calidad de la misma que ingresa al módulo para, luego, utilizar ese recurso como base para lo que son las soluciones nutritivas que también formula el especialista.
Ambos investigadores del INTA se encuentran en la Base Marambio a cargo del seguimiento del desarrollo de las plantas, lo que implica el ajuste de los manejos de luz y soluciones nutritivas, así como la evaluación de las condiciones de las instalaciones hídricas y la calibración de los sensores necesarios para monitorear el funcionamiento del sistema productivo.
El MAPHI comprende un sistema de cultivo hidropónico sin suelo y puertas adentro de un contenedor marítimo de 6 metros de largo acondicionado con un sistema de aislamiento tricapa y con calefacción a base de energía eléctrica para soportar las bajas temperaturas del continente blanco.
Con respecto a los insumos biológicos, se trabajó con semillas certificadas y tratadas para garantizar su inocuidad, seleccionadas priorizando su resistencia a las bajas temperaturas.
Las especies elegidas responden a la demanda de alimentos de la base, ya que el objetivo principal de la propuesta es mejorar la alimentación del personal civil y militar de las dotaciones que allí operan.
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