Decenas de víctimas civiles, entre ellas niños, mujeres y ancianos, tras el brutal bombardeo a la segunda ciudad ucraniana, Járkov, por parte de la aviación rusa.
Muchos niños perdieron la vida como Alisa, una niña de siete años, quien murió mientras jugaba con sus amigo cuando la escuela primaria fue atacada por los rusos. Es una de las seis víctimas del bombardeo que golpeó el pueblo de Okhtyrka. La pequeña Polina, en tanto, tiene ahora a su hermano y hermana peleando entre la vida y la muerte.
Sus fotos estuvieron por horas conmoviendo al mundo dando vueltas en las redes sociales. Pero la abrumadora mayoría de las víctimas civiles de esta guerra, ahora en su sexto día, siguen sin rostro ni nombre.
El último balance oficial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) habla de 102 muertes de civiles, incluidos siete niños, pero la cuenta crece cada hora.
Las cifras reportadas por las autoridades de Kiev son aún más dramáticas, con al menos 352 civiles muertos, incluidos 16 niños.
A eso se suma que la televisión ucraniana, después del ataque a la torre de Kiev, no transmitió durante horas.
Sin embargo, algunas de sus historias rompen el relato de esta tragedia, conquistan su espacio entre análisis militares y diplomáticos.
Es el caso del coronel retirado Oleksandr Oksanchenko, un ex aviador que volvió al servicio voluntario para luchar contra la invasión rusa.
Un tweet de la fuerza aérea ucraniana informó que murió después de una batalla aérea mientras distraía a la fuerza aérea rusa. Por esta hazaña, el presidente Volodimir Zelenski le otorgó el título de "Héroe de Ucrania" y la medalla de oro al valor militar.
Su nombre de guerra era "Lobo Gris". Se retiró del servicio activo en 2018 y luego se convirtió en instructor. Pero hace unos días había decidido volver a combatir.
Estaba en una misión en los cielos de Kiev cuando fue alcanzado por el letal sistema antiaéreo ruso S-400.
Considerado un formidable piloto de combate, así como un virtuoso del vuelo acrobático, con más de dos mil horas de vuelo a sus espaldas, el coronel Oksanchenko en los últimos años había ganado cierta fama internacional después de participar en numerosos espectáculos aéreos en Europa.
Pero en Ucrania están muriendo también extranjeros: entre las muchas decenas de víctimas civiles del temible bombardeo de Járkov hay un estudiante indio.
Antes de la invasión, había cerca de 20.000 indios en Ucrania: unos 8.000 lograron salir del país, 1.400 fueron devueltos a la India. Pero al menos 400 de ellos todavía se encuentran al lado de las poblaciones locales, viviendo como ratas, incluso atrapados, en refugios subterráneos, con agua y alimentos que empiezan a agotarse.
Peor que ellos están los niños con pacientes de cáncer obligados a permanecer en el sótano del hospital de Kiev, que ahora se transformaron en una sala pediátrica improvisada.
Sus fotos difundidas en las redes sociales, junto a sus enfermeras, colocadas en camas y adheridas a equipos hospitalarios en el espacio bajo el hospital están conmoviendo al mundo.
Están recibiendo también sus tratamientos, pero los suministros son bajos. Y si la crisis continúa, su destino incluso podría estar sellado.
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