“Pudo haber sido una tragedia”, relató Leandro, uno de los pasajeros, quien describió momentos de pánico y gritos dentro de la cabina. Otra pasajera, Verónica, contó que algunos sufrieron ataques de nervios ante la sensación de posible accidente.
Desde Aerolíneas Argentinas explicaron que se trató de una maniobra de seguridad contemplada en los protocolos ante condiciones adversas y que no hubo riesgo real para los pasajeros. En contraste, otro pasajero describió una situación más tranquila, con buena reacción de la tripulación y los pasajeros.
El vuelo AR1879 no fue el único afectado por el temporal. Otra aeronave de Aerolíneas Argentinas, que provenía desde El Calafate, también fue desviada a Montevideo, mientras que un vuelo de JetSmart, procedente de Bariloche, intentó aterrizar dos veces en Aeroparque antes de ser redirigido a Ezeiza. Además, un vuelo de TAM desde San Pablo tuvo que aterrizar en Porto Alegre.
El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) había emitido una alerta naranja en Buenos Aires debido a la intensidad de la tormenta. Ante este panorama, los pilotos de distintas aerolíneas debieron tomar medidas de seguridad y cambiar sus rutas para garantizar la seguridad de los pasajeros.
Desde Aerolíneas Argentinas detallaron que “la maniobra de escape ocurre cuando el comandante decide abortar una aproximación para garantizar la seguridad del vuelo. Estas maniobras pueden realizarse por condiciones meteorológicas adversas, fallos mecánicos o la presencia de tráfico aéreo en la trayectoria de aterrizaje. En medio de turbulencias, y habiéndose efectuado una maniobra de este tipo, los pasajeros pueden percibir una situación de incomodidad. Sin embargo, es una maniobra de seguridad que forma parte de los protocolos y que se entrena en forma recurrente por los pilotos”.
Comentarios