El enterramiento más antiguo en la Patagonia de una mujer mapuche en una canoa, con una antigüedad de 900 años, se conoció este jueves a través de una publicación de la revista científica Plos One, tras 10 años de investigaciones desde que los restos fueron hallados en la ciudad neuquina de San Martín de los Andes.
El equipo de investigación fue dirigido por Alberto E. Pérez del departamento de Antropología de la Universidad Católica de Temuco, Chile, con la participación de profesionales de la Universidad de Río Negro, de la Universidad Nacional del Comahue y del Equipo Chileno de Antropología Forense y Derechos Humanos.
Las excavaciones se realizaron entre 2012 y 2015 en un sitio arqueológico denominado “Newen Antug”, ubicado en las afueras de San Martín de los Andes.
La investigación publicada revela que “la mujer fue inhumada en una embarcación llamada "wampo" con una jarra a la altura de la cabeza. Otros dos sujetos fueron hallados en tumbas cercanas durante las excavaciones entre 2012 y 2015, pero solo ella tenía una canoa como lecho”.
El hallazgo es considerado como “el enterramiento en canoa más antiguo de toda la zona austral del continente americano”.
El informe precisa que “en el cono sur de las Américas, específicamente en el Noroeste de la Patagonia (Argentina) y La Araucanía (Chile), los registros históricos, etnográficos y arqueológicos mencionan tres modalidades de enterramiento terrestre. Describen que la canoa-ataúd se coloca en árboles o se cuelga de postes, mientras que algunas se cubren con tierra para crear túmulos”.
Los investigadores rescataron “una jarra grande junto a su cabeza, aunque gran parte de la canoa (o wampo) alrededor del cuerpo se había podrido, aún quedaban cerca de 600 fragmentos de madera”.
La docente e investigadora del Asentamiento Universitario de San Martín de los Andes, de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo), Andrea Medina fue convocada por el director del equipo de trabajo para analizar los restos de madera hallados junto a los restos humanos.
Medina explicó que “es docente de la materia denominada Dendrología que es la ciencia y el estudio de las plantas arboladas. como si fuera una botánica forestal”.
“Cuando Alberto Pérez encuentra el cuerpo de una mujer en una pieza de madera que parecía haber sido trabajada y ahuecada con el uso del fuego, me trae una muestra que estaba en un proceso de descomposición porque las dataciones del hallazgo daban en 880 más-menos años”, indicó.
Medina precisó que “de igual modo se pudo determinar mirando la muestra con el microscopio óptico con una lámpara con intensa emisión de luz sobre la superficie”.
De esta manera indicó que “pudo establecer que pertenecía a la especie Austroceudrus chilensis o conocido como el ciprés de la cordillera que era esperable porque es la más frecuente de acá de la zona”.
La docente indicó que “ese fue mi aporte a la investigación” y destacó que “como muchos docentes trabajamos en muchas líneas de investigación y una de ellas es la determinación de maderas para lo que contamos con una xiloteca (colección). Coleccionamos material microscópico y macroscópico de muchas especies arbóreas de la zona y del país y una de las líneas de trabajo es la utilización del material como de referencia”.
La xiloteca se encuentra en el mismo asentamiento universitario y es de libre acceso al público.
El informe publicado en la revista Plos One, especifica que “esta es la primera evidencia de un entierro en canoa en Argentina que según los científicos “simboliza el viaje que realiza el difunto hasta su último lugar de descanso”.
También “el uso de recipientes funerarios de madera trabajada, tipificados como ‘canoas’ (Mapudungun wampo), está bien establecido en el repertorio arqueológico de la cultura mapuche. Este método de enterramiento data de 1280 ± 80 dC. En el siglo XIX y principios del XX era el procedimiento predominante para el entierro indirecto, incluidos los registros de la vertiente este de los Andes. Las referencias persisten en la memoria oral de las comunidades etnográficas”.
El wampo, también llamado trolof en mapudungun, “está hecho de un tronco de árbol, generalmente roble o pellín (Nothofagus obliqua), partido en dos y ahuecado en dos formando dos secciones de ataúd; uno contenía el cadáver y el otro servía de tapa”.
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