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Crean la primera biblioteca de huesos para ayudar a resolver casos forenses

Se trata de sepulturas vencidas que, luego de comunicaciones a los familiares, los cementerios tienen la potestad de trasladar o cremar para aumentar el espacio.

Miembros del equipo mendocino de Arqueología y Antropología Forense de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo formaron una colección de esqueletos humanos donados por cementerios locales, que permitirá desarrollar métodos para identificar restos NN en investigaciones judiciales forenses.

"Es una colección osteológica documentada e identificada de huesos humanos de los que se tiene información individual, generalmente sexo y edad", explicaron los bioarqueólogos Daniela Mansegosa y Sebastián Giannotti, quienes desde 2018 trabajan en investigaciones judiciales que requieren la identificación de restos humanos.

El interés científico forense, según comentaron los profesionales, "es desarrollar metodologías propias para estimar sexo y edad en los procesos de reconstrucción de perfil biológico cuando aparecen restos óseos humanos NN en Mendoza"

Según informaron desde la UNCuyo, esta osteoteca "es la primera biblioteca de huesos del oeste argentino y la más grande del interior, ósea fuera de Buenos Aires".

Los responsables del equipo señalaron que su trabajo junto a la justicia provincial en identificaciones periciales "debe basarse en estándares científicos validados y rigurosos, fundamentalmente para reconstruir el perfil biológico, que es lo que se hace cuando nos convocan ante la presencia de restos óseos humanos".

Generalmente esos restos aparecen en superficie, "ya afectados por otros factores tafonómicos como los perros carroñeros ya que con la acción depredadora de estos animales se pierde mucha información, sobre todo de huesos como la pelvis que son claves para lograr mayor precisión en la identificación", dijo Mansegosa.

"Entonces necesitábamos conocer cómo funcionan las estimaciones con otros huesos que por ahí sí quedan en el lugar del hecho y que no son consumidos por los carroñeros, como el cráneo o algunos huesos largos", completó la bioarqueóloga y doctora en Ciencias Naturales.

La osteoteca de la UNCuyo está integrada actualmente por esqueletos (no todos completos) de 111 individuos de ambos sexos y de edades muy diversas, desde 7 años hasta cerca de 90, que proceden de dos cementerios públicos municipales: el de Luján y el de Capital.

Para ello "se cumplió con todas las reglamentaciones vigentes y con el marco ético que establecen organismos internacionales en el campo de la antropología biológica" aclararon desde la casa de estudios.

"Lo que nosotros hacemos es interferir en ese proceso, antes de su destrucción total, para recuperarlos con fines científicos y forenses", explicó Giannotti.

Por último, se informó que la osteoteca de la UNCuyo tiene también un objective patrimonial.

"Nuestros muertos, en sus huesos, nos hablan. Los huesos se pueden leer y se tienen que interpretar, y en este sentido la información que tienen es verdaderamente un patrimonio cultural mendocino enorme. Entonces la idea de esta colección es ser un reservorio patrimonial", completó Giannoti.

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