Actualmente, el único frente laboral activo en la provincia se concentra en el sector de hidrocarburos, donde alrededor de 150 personas se mantienen empleadas en tareas de campo. Más allá de esa excepción, el resto del rubro se encuentra prácticamente sin actividad, con miles de trabajadores desocupados que sobreviven con subsidios y trabajos informales como limpieza de veredas o pequeñas reparaciones.
Desde el sector apuntan que la situación es similar , o incluso peor, en otras provincias, y que Tierra del Fuego no escapa a un contexto nacional marcado por la parálisis generalizada de la obra pública, producto del ajuste económico y la falta de inversión.
Además de la falta de empleo, se suma el encarecimiento de los materiales de construcción, lo que complica aún más la posibilidad de retomar proyectos. “Todo aumenta”, remarcan desde el sector, alertando que cada suba de combustibles genera un efecto cascada que impacta directamente en los costos de los insumos. A eso se suma la pérdida de poder adquisitivo: incluso si los precios se estabilizan, muchas familias no pueden acceder a los productos básicos por la falta de ingresos.
En ciudades como Río Grande, donde históricamente el municipio sostenía alguna actividad con fondos propios durante la veda invernal, este año también se redujo al mínimo la ejecución de obras. En Ushuaia, el panorama sería similar, con escasos frentes de trabajo y dotaciones mínimas de personal.
En este contexto, miles de trabajadores fueguinos se encuentran a la espera de alguna señal de reactivación.
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