Diez años después de haber matado a 77 personas en Noruega, el extremista de derecha Anders Behring Breivik pidió este martes su liberación, una demanda destinada al fracaso y que inició haciendo el saludo nazi a los jueces.
En un proceso deslocalizado, por razones de seguridad, al gimnasio de la prisión de Skien donde se encuentra encarcelado, la justicia noruega examinará la demanda de liberación condicional interpuesta por Breivik, condenado en 2012 a 21 años de cárcel con posibilidad de extensión.
El 22 de julio de 2011, este ultraderechista hizo explotar una bomba cerca de la sede de gobierno en Oslo, causando ocho muertos, y luego mató a otras 69 personas, adolescentes en su mayoría, disparándoles en un campamento de verano de la Juventud laborista en la isla de Utoya.
El asesino, de 42 años, reprochaba a sus víctimas servir de base al multiculturalismo.
Breivik, con la cabeza rapada y barba, entró en la sala con un mensaje escrito y un traje oscuro. En el texto se podía leer “¡Paren su genocidio contra nuestras naciones blancas!”. Miró rápidamente a los periodistas e hizo el saludo nazi a la llegada de los tres jueces.
Los ataques de 2011 inspiraron otros atentados, entre ellos el de Christchurch en Nueva Zelanda en 2019.
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