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¿La siesta beneficia las funciones cognitivas?

La siesta es una costumbre y también un placer para los que tienen un espacio libre durante el día. Pero, ¿cómo afecta a nuestra mente?

Los estudios e investigaciones más recientes realizados sobre la siesta han sido auspiciosos en cuanto al funcionamiento del cerebro, al mostrar una mejoría en la función cognitiva, el pensamiento creativo y el rendimiento de la memoria.

Se cita que millones de trabajadores chinos siguen poniendo sus cabezas en sus escritorios para una siesta de una hora después del almuerzo, y las siestas durante el día son comunes desde la India hasta España.

En un estudio realizado con 23.681 hombres en Grecia, durante más de seis años, se determinó que los participantes que dormían siesta tres veces por semana, tenían un riesgo 37% menor de morir de enfermedades del corazón.

Los otros beneficios de las siestas

-Aumentar la vigilancia

-Incrementar la creatividad

-Reducir el estrés

-Mejorar la percepción

-Aumentar la resistencia y las habilidades de precisión

-Mejorar la vida sexual

Se afirma además que las siestas demostraron ser beneficiosas en el proceso de aprendizaje, al ayudar a retener mejor la información. Es decir, las siestas ayudan al cerebro a consolidar los recuerdos.

La explicación científica

Las investigaciones indican que cuando un acontecimiento se registra por primera vez en el cerebro, en el hipocampo, sigue siendo “frágil” y se olvida fácilmente, sobre todo si se le pide al cerebro que memorice más cosas. Hacer la siesta, empuja a los recuerdos al neocortex, una zona de “almacenamiento más permanente”, lo que les impide ser “sobre escritos”.

Tomar una siesta también ayuda a borrar la información almacenada temporalmente en el cerebro, y lo prepara para absorber la nueva información que se presente. Un estudio de la Universidad de California pidió a los participantes que completaran una tarea difícil en torno al mediodía, lo que les obligaba a memorizar una gran cantidad de nueva información. Alrededor de las 14, la mitad de los voluntarios se echó una siesta mientras que el resto se mantuvo despierto.

Por la noche reanudaron la tarea, y se encontró que el grupo que tomó la siesta obtuvo mejores resultados que aquellos que estuvieron despiertos. De hecho, el grupo de la siesta presentó una ejecución superior a la obtenida por la mañana.

El investigador principal, el Dr. Matthew Walker concluyó que los hallazgos apoyan la idea de que el sueño es un proceso necesario, que borra la memoria de almacenamiento a corto plazo, ayudando con ello a adquirir la nueva información.

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