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Cómo modifica el amor a nuestro cerebro

El cerebro no es inmune a las emociones y, por el contrario, se ve atravesado por las emociones, especialmente si se trata del amor.

El amor, tradicionalmente, nos afecta el corazón, pero tal parece que también atraviesa nuestro cerebro. En efecto, las personas enamoradas muestran un incremento de actividad en las áreas mentales responsables de los estímulos de recompensa, motivación, aptitudes sociales y redes cognitivas. Mientras tanto, cuanto más tiempo ha transcurrido desde una ruptura sentimental, menor es la actividad registrada en estas áreas concretas.

El amor romántico provoca la liberación de diversos neurotransmisores, entre los que se encuentran la dopamina, norepinefrina y serotonina. Esto nos lleva a relacionarlo con el sistema de recompensa en nuestro cerebro, según observó un informe de la plataforma La Gaceta, de la Universidad mexicana de la UNAM.

Qué es la dopamina

La dopamina es el principal neurotransmisor implicado en la sensación de enamoramiento. Ésta se produce al interior de las neuronas dopaminérgicas en una zona del tallo cerebral llamada área tegmental ventral y es responsable de producir las “moléculas de la felicidad”.

No obstante, existen otras estructuras también involucradas en el proceso de enamoramiento. Entre las más notables se encuentran el núcleo accumbens, encargado junto con el área tegmental ventral de hacernos sentir placer, prestar atención y mantener la motivación para perseguir y obtener recompensas.

No podemos dejar de mencionar el rol del núcleo caudado. Éste es responsable de la integración sensorial y la generación de movimiento impulsado por las expectativas. De manera similar, los giros del cíngulo y del hipocampo, así como la amígdala y la ínsula, son capaces de regular las emociones y el deseo, ligándose fuertemente con el núcleo caudado y el tálamo.

Finalmente, el apego es esencial para las conexiones familiares y sociales. Este tipo de amor parece ser fomentado por la oxitocina y la vasopresina. La primera está relacionada con el confort proveniente del contacto físico, como los abrazos y la lactancia materna. Por otra parte, la vasopresina parece contribuir al apego entre hombres. Ambos transmisores nos permiten sentirnos seguros y relajados cuando estamos rodeados de nuestra familia y amigos.

La complejidad del amor va más allá de las estructuras y neurotransmisores involucrados en su experiencia. Sin embargo, con la ayuda de la neurociencia podemos acercarnos cada vez más a descifrar un concepto tan abstracto.

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