En medio de una nueva jornada de protestas, que incluyó el asesinato de dos personas en manos de las fuerzas de seguridad, este domingo renunció el primer ministro de Sudán, Abdalla Hamdok.
Hamdok, que lidera el frente civil de transición del país, anunció su renuncia en la televisión estatal, dos meses después de un golpe de estado seguido de una ofensiva que causó hasta ahora 56 muertes. (ANSA).
Su dimisión se produjo luego de que dos manifestantes murieran en Omdourman, a las afueras de la capital, Jartum. Según un sindicato de médicos prodemocracia, una de las víctimas recibió una bala en el pecho y la otra sufrió "un violento golpe en la cabeza que le partió el cráneo".
Las fuerzas de seguridad bloqueaban desde la madrugada del domingo los puentes que unen la capital de Sudán con sus suburbios así como las principales arterias de Jartum, como hacen cada vez que se convocan manifestaciones contra el golpe de Estado del 25 de octubre del general Abdel Fattah al-Burhan.
Además, las autoridades volvieron a cortar el acceso al internet móvil así como el funcionamiento de los teléfonos móviles. Y miembros de las fuerzas de seguridad vigilan a los transeúntes desde blindados armados con ametralladoras pesadas.
Pese a este despliegue, miles de manifestantes acudieron el domingo a la convocatoria "en memoria de los mártires" de la sangrienta represión.
El jueves se produjo un nuevo repunte de la violencia en Sudán, con la muerte de seis manifestantes, según un sindicato de médicos pro-democracia. Las fuerzas de seguridad también dieron una paliza y detuvieron a dos periodistas de un canal de televisión saudita, que fueron liberados tras varias horas.
Desde el golpe de Estado del general Al-Burhan, 54 personas han muerto y cientos han resultado heridas, según el mismo sindicato de médicos.
Este domingo, los manifestantes pidieron de nuevo en las calles el regreso de los militares a los cuarteles y gritando frases como "el poder al pueblo".
Jóvenes en moto atravesaban la multitud, dispuestos a ayudar a los heridos, ya que en cada movilización las ambulancias son bloqueadas por las fuerzas de seguridad.
Los manifestantes están siendo dispersados por cargas policiales en su avance a los alrededores del palacio presidencial, sede de las autoridades de las transición, según un periodista.
Los manifestantes quieren que 2022 sea "el año en que siga la resistencia" y piden justicia no solo para los civiles muertos desde el golpe, sino también para las más de 250 personas muertas durante la "revolución" popular de 2019, que forzó al ejército a echar al dictador militar-islamista Omar al-Bashir, tras 30 años en el poder.
El hombre fuerte de Sudán, el general Al-Burhan, ha ampliado su mandato en dos años gracias al golpe de Estado, que describe como "una corrección del curso de la revolución".
Pero el general todavía no hizo efectivo en este país de 45 millones de habitantes el gobierno civil que prometió cuando restituyó al primer ministro civil Abdallah Hamdok el 21 de noviembre, quien había pasado un mes en arresto domiciliario.
Desde hace unos días, Hamdok no ha vuelto a aparecer en público.
Además de los muertos y los cortes de telefonía y de internet, la ONU denuncia la violación de al menos 13 manifestantes en diciembre, en un país que, desde su independencia hace 65 años, casi siempre ha estado bajo el control de los militares.
Los países europeos ya han expresado su indignación ante la escalada de violencia, así como el secretario de Estado estadounidense Antony Blinken y la ONU.
Todos abogan regularmente por la vuelta al diálogo como condición previa a la reanudación de la ayuda internacional cortada tras el golpe de Estado.
Los manifestantes, sin embargo, gritan que no quieren: "ni cooperación ni negociación con el ejército".