El papa emérito Benedicto XVI falleció a los 95 años. En sus ocho años al frente del Vaticano, una serie de escándalos salpicaron su papado y derivaron en la inédita e histórica renuncia en febrero del 2013 que dio lugar a su sucesor, el papa Francisco.
El 19 de abril de 2005 el exobispo de Múnich, cuyo nombre de pila es Joseph Aloisius Ratzinger, fue el elegido por los cardenales que votaron en el cónclave tras el fallecimiento de Juan Pablo II, por lo que se convirtió en el séptimo soberano de la Ciudad del Vaticano.
El papa número 265 tuvo que comandar los designios de la Iglesia católica durante uno de los momentos más difíciles de su longeva historia, debido a las denuncias por numerosos delitos cometidos en el seno de la institución que dañaron su imagen frente a la opinión pública.
En tanto, su renuncia el 28 de febrero de 2013, fue considerada "revolucionaria" y excepcional en la historia de la Iglesia. La misma fue asociada a la presión de los escándalos que tuvo que enfrentar como jefe de estado y de la iglesia, a pesar de que el propio Ratzinger aseguró que se trató de una decisión personal causada por su salud o "sus declinantes fuerzas", tal como aseguró en un libro de confidencias revelado en 2016.
Desde entonces, asumió el título de papa emérito con la intención de dedicarse a la oración y al retiro espiritual debido a su deterioro físico, que lo llevó a una ceguera.
Vatileaks: denuncias de “corrupción” y “mala gestión”
En 2012 estalló el escándalo conocido como “Vatileaks”, en el que un medio de la televisión italiana dio a conocer las cartas enviadas a Benedicto XVI por el Nuncio apostólico de Estados Unidos, Carlo María Vignanó, en las que denunciaba “corrupción” y “mala gestión”.
Lejos de quedar en eso, el italiano Gianluigi Nuzzi publicó un libro en mayo de ese año con un centenar de nuevos documentos filtrados desde el Vaticano que sembraron más dudas dentro de la Santa Sede y comprometieron a Ratzinger.
Por esto, la Justicia vaticana decidió juzgar al ex mayordomo del papa Benedicto, el italiano Paolo Gabriele. En su casa, se encontraron papeles sustraídos del apartamento papal, así como un cheque de 100 mil euros a nombre de Benedicto.
Además, hallaron una pepita de oro y una publicación de la Eneida de 1581. Para defenderse, Gabriele confesó que realizó el "robo de documentos secretos" porque vio "el mal y la corrupción en la Iglesia".
Encubrimiento de abusos sexuales a menores
Otra de las polémicas que le tocó atravesar a Ratzinger fueron las denuncias de encubrimiento de abusos sexuales a menores. Pese a que esta situación se conoció tras su papado, se acusó a Benedicto XVI de tener conocimiento de violaciones sucedidas desde antes de llegar al Vaticano.
Todo salió a la luz luego de que se publicara un informe del equipo de abogados Westpfahl Spilker Wastl sobre los casos de abusos sexuales a menores que involucró a los religiosos alemanes y que recopila casi 500 violaciones contra menores.
La investigación puso en el ojo de la tormenta a Ratzinger, ya que el informe le atribuye al papa emérito la responsabilidad de no haber actuado cuando solo se conocían cuatro casos. En ese momento, él se desempeñaba como arzobispo y tenía toda la autoridad para desplazar de su puesto a quien cometió los abusos.
Por el contrario, Benedicto XVI participó de un encuentro el 15 de enero de 1980 en el que se afrontó la situación con la perspectiva de “alojar” a los culpables mientras recibían tratamiento terapéutico en Múnich.
Los abusos se extendieron más allá del tiempo en el que Ratzinger fue arzobispo de la región y ellos continuaron en actividad en distintas parroquias.
Al respecto, a través de una carta publicada a principio de año, expresó “la turbación y la vergüenza que le producen los abusos sexuales a menores cometidos por clérigos" y manifestó "su personal cercanía y su oración a todas las víctimas con algunas de las cuales se ha encontrado personalmente durante sus viajes Apostólicos”.
La homosexualdiad, el “anticristo”
En una biografía avalada por el papa emérito, Benedicto XVI cuestionó al matrimonio homosexual con el “demonio”. En ese sentido, consideró que veía en este tipo de relaciones la obra del “anticristo”.
"Hace cien años se habría considerado absurdo hablar de matrimonio homosexual, hoy nos excomulgan cuando nos oponemos a él", disparó y aseguró que sucede lo mismo cuando se habla del “aborto” o “la creación de humanos en el laboratorio” en una clara alusión a los niños nacidos de fertilización in vitro.
De esta manera, indicó: “La sociedad moderna está formulando un credo al anticristo que supone la excomunión de la sociedad cuando uno se opone”.
El “Crimen sollicitationis”
Ratzinger, como prefecto de Juan Pablo II, fue uno de los artífices principales de la reglamentación del “crimen sollicitationis”, es decir la comisión de un pecado grave o delito que vaya en contra del sexto mandamiento.
Pese a que antes los obispos eran quienes tenían la autoridad de decidir el futuro de quienes cometían estos crímenes, el Tribunal del Vaticano asumió exclusivamente la potestad de resolver sobre estos temas. Esto provocó muchas críticas por parte de los obispos, ya que consideraron que les quitó “injustamente” el poder.
El Vaticano justificó la decisión en que algunos obispos protegían a los sacerdotes, pero la situación no mejoró una vez que la Santa Sede tuvo la exclusividad para enjuiciar a sacerdotes que cometían crímenes como abuso sexual a menores.
Ratzinger vivió 95 años, de los cuales ocho ejerció como máxima autoridad de la Iglesia católica. De igual forma, su carrera religiosa fue mucho más extensa y estuvo marcada por muchas más polémicas de las mencionadas.