El 2023 comenzó con una serie de enormes jornadas de huelgas y movilizaciones en dos de los países más importantes de Europa: Francia y Reino Unido.
En el primero, la reforma de las pensiones que impulsa el presidente Emmanuel Macron lanzó a las calles a casi 3 millones de personas la semana pasada, en una jornada de huelga de dimensiones que no se veían hace largos años.
En Reino Unido, decenas de sindicatos son empujados a la huelga por la presión de las bases descontentas por cómo la creciente inflación está deteriorando los salarios.
Más de medio millón de trabajadores vienen de ir a la huelga en Reino Unido el pasado 1 de febrero, y lo harán nuevamente el próximo miércoles 12.
Ese día coinciden las medidas de fuerza de numerosos sindicatos que desde fines de enero están llevando adelante acciones contra los bajos salarios. Hace meses que la inflación anualizada del país está por encima del 10%, y las empresas y el gobierno se niegan a autorizar aumentos acordes a esa cifra.
A la cabeza del movimiento huelguístico desde el año pasado, se encuentran los conductores de trenes, cuyas huelgas están afectando a las principales 14 operadoras de trenes del país, paralizando de hecho el transporte ferroviario de todo el territorio británico.
Pero junto a ellos se han unido trabajadores de diversas ramas. De la huelga participan también casi 200.000 profesores y maestros del National Education Union, el principal sindicato docente del país. El gremio estima que el 85% de las escuelas están cerradas total o parcialmente por las acciones sindicales, demostrando una enorme adhesión.
Más de 100.000 trabajadores de más de 100 organismos estatales también están en huelga, entre ellos la oficina del Gabinete, el departamento de Sanidad, Transportes y de Educación, el Museo Británico, la Comisión Electoral, la Agencia Espacial, el Control Fronterizo y el Registro de la Propiedad.
Otro sector que se está volcando masivamente a la huelga son los enfermeros y enfermeras, como así también trabajadores portuarios, que se sumarán por primera vez a la presente oleada de huelgas, con acciones previstas a partir del 17 de este mes. Debido a estas medidas, el Eurotunnel que conecta al país con Francia permanecerá cerrado.
El reclamo es prácticamente unánime en todos los sectores: aumentos salariales generalizados del 10%, acordes a la inflación.
En Francia, las movilizaciones y huelga general del 19 y el 31 de enero pusieron a millones de personas en las calles. El detonante es el nuevo intento de Emmanuel Macron de reformar el sistema de pensiones, aumentando la edad jubilatoria de 62 a 64 años y la cantidad de años de servicio para obtener una pensión completa de 42.
En la última jornada del día 31, la CGT calculó que en total se movilizaron 2,8 millones de personas en todo el país, 500.000 de ellos sólo en París. Las protestas se replicaron en 270 puntos, incluyendo ciudades grandes, medianas y pequeños pueblos del interior. Incluso el Ministerio del Interior -que viene minimizando de manera absurda las cifras de manifestantes- tuvo que admitir al menos 1,27 millones de personas movilizadas, la mayor en 30 años incluso si se considera esa cifra tergiversada.
La huelga general tiene un enorme apoyo social, y las consultoras de opinión -incluso las ligadas a medios de comunicación de derecha- calculan que el rechazo a la contrarreforma de Macron alcanza el 80%. A la huelga general también se han sumado los sectores estudiantiles secundarios y universitarios, con más de 300 liceos movilizados.
El rechazo hacia la reforma es tan contundente que las ocho confederaciones que convocan la huelga coinciden en exigir una retirada total del proyecto, y no el rechazo a tal o cual punto, como suelen hacer estas direcciones burocráticas.
Una nueva gran jornada de movilización está convocada para el próximo sábado 11 de febrero en todo el país. En el medio se desarrollaron huelgas de trabajadores de refinerías (6 al 8 de febrero) y ferroviarios (días 7 y 8) que van calentando los motores para la jornada del día 11. Sin embargo, las centrales sindicales continúan apostando a un «calendario» de días de huelga aislados, cuando las calles parecen expresar la fuerza necesaria para imponer una huelga general por tiempo indefinido hasta que caiga la reforma.
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