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Cuáles son los puntos claves del acuerdo de integración Argentina - Brasil

Buscan avanzar en una serie de iniciativas en común para los próximos diez años. Definen los ejes que entrarán en una declaración conjunta. Las propuestas del Gobierno argentino, con foco en financiamiento, envíos de gas y reservas. Los avances.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva, visitará Argentina la próxima semana en el marco de la cumbre de presidentes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Su llegada será la oportunidad para cristalizar en un documento común una serie de iniciativas para un acuerdo de integración entre ambos países que suscribirá este lunes junto a Alberto Fernández. El plan tiene como ejes centrales la ampliación del comercio bilateral, la creación de mecanismos para evitar el drenaje de reservas, el financiamiento y la asociación en materia energética.

El acuerdo es una iniciativa del Gobierno argentino que cobró vuelo desde el triunfo de Lula. Entre otros aspectos, la propuesta contempla algunos puntos claves para atacar los problemas que el país atraviesa en el frente externo, con el desafío de sumar divisas para estabilizar la macro. Ya en diciembre, antes de su asunción, Sergio Massa viajó a San Pablo para reunirse con los actuales ministros brasileños Fernando Haddad (Hacienda) y Geraldo Alckmin (Industria y Comercio, además de vicepresidente). Luego, el embajador Daniel Scioli se encontró con Haddad y con el canciller de Brasil, Mauro Vieira, para avanzar en las negociaciones.

Por estas horas, y después de que el intento de golpe impulsado por el bolsonarismo se colara en las conversaciones, funcionarios de ambos países trabajan en la letra final del documento. Desde Buenos Aires se enviaron distintas propuestas que son analizadas en Brasilia. “No está todo cerrado, pero hay una agenda en común que avanza”, le dijo a este diario una fuente oficial que participa de los intercambios.

Ejes claves

El proyecto, cuentan las fuentes, pretende adaptar la asociación estratégica entre ambos países al nuevo contexto internacional, marcado por una etapa de repliegue de la globalización (conocida como near shoring o friend shoring) y de resignificación de la importancia de los bloques regionales de integración, que se vio potenciado con la pandemia y la guerra en Ucrania.

“Se trata de sentar las bases para el futuro de la asociación estratégica entre Argentina y Brasil para el mundo de los próximos diez años, mediante un programa que guíe, contenga e impulse esta relación que no sólo es importante en lo bilateral sino que es clave para anclar la estabilidad política y el crecimiento económico de toda América del Sur”, remarcan.

De cara al acuerdo, se propone profundizar y extender la integración en una amplia gama de campos: energía, finanzas, agro, industria, minería, conectividad, turismo, economía del conocimiento, defensa, derechos humanos, ambiente, educación, ciencia y tecnología y salud. Y sobresale una serie de iniciativas económicas que el Gobierno argentino considera fundamental para apuntalar el complicado frente externo, es decir, sumar divisas y cuidar las reservas obtenidas.

Uno de los focos centrales pasa por la posibilidad de llevar el gas de Vaca Muerta al país vecino (en un principio a los estados del sur) a través de la construcción del segundo tramo del gasoducto Néstor Kirchner, financiado en parte a través del Banco de Desarrollo de Brasil con cerca de u$s700 millones.

Cuentan en el Ejecutivo que las conversaciones para la concreción de ese crédito están bastante avanzadas y que hay mucho interés de la contraparte brasileña: “Es un win-win porque a Brasil le permitiría acceder a gas a un precio muy favorable”, más barato que de lo que hoy le compra a Bolivia. Para Argentina, significaría un nuevo ingreso de divisas.

Dentro del plano en energético, se propone “un nuevo Memorándum de Energía para regular la venta de gas en verano y la compra de energía eléctrica en invierno y la venta de GLP (gas licuado de petróleo)”. Además, resaltan en el Gobierno las potencialidades en materia de “nuevas energías” y “electromovilidad” a partir de las disponibilidades de litio en Argentina y de níquel en Brasil, y del plafón que genera la complementariedad de las industrias automotrices de ambos países.

También apuntan a “inversiones conjuntas en potasio y plantas de fertilizantes para la soberanía alimentaria regional, como así también minerales de hierro y cobre para nuestras industrias”.

En el plano financiero, se destaca una iniciativa, que en el equipo económico consideran importante para el cuidado de las reservas, que permita “incrementar el comercio bilateral y las inversiones, profundizando la infraestructura de intercambio comercial”. Como anticipó este medio, en el último mes se avanzó en las conversaciones sobre la posibilidad de implementar un swap o una moneda común para comercio (en principio bilateral con perspectivas de regionalizarse), que coexista con el peso y el real. Distintas fuentes consultadas aseguran que hay buena sintonía en este punto.

En cualquier caso, el objetivo es crear un mecanismo para compensar los saldos de la balanza bilateral sin tener que destinar dólares de las reservas. El punto no es menor: Brasil es el principal socio comercial y las proyecciones oficiales marcan la expectativa de un alza en el intercambio entre las dos mayores economías de América del Sur.

El año pasado cerró con un déficit bilateral para Argentina de u$s2.250 millones después de dos años superavitarios.

Mientras se trabaja en el trazo final de los puntos que integrarán el documento, en el Gobierno remarcan la importancia de que Argentina sea el destino de la primera visita oficial de Lula y la “sintonía política y de objetivos en común”. “Son economías que bailan juntas”, sintetizaron en un despacho oficial.

Argentina - Brasil

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