La historia de Gustavo Piuma Justo es, como la de tantos otros ex combatientes de la Guerra de Malvinas, heroica. El ex brigadier fue piloto de Mirage Dagger y logró salvar su vida cuando, luego de ser alcanzado por un misil en mayo de 1982, logró eyectarse y cayó al suelo. Este 28 de diciembre, 40 años después de aquel hecho, se conoció que falleció a sus 78 años.
"El 21 de mayo (de 1982) fui derribado en la batalla aérea de San Carlos. Es cuando las fuerzas británicas desembarcaron, tras 20 días del fracaso del intento de llegar a ese lugar", contó años atrás Piuma Justo en una entrevista.
Si bien dijo en esa ocasión que solía sentir tristeza por lo vivido, también tenía “un tremendo orgullo de haber cumplido con la Patria”.
El duro relato del ex combatiente Piuma Justo sobre el derribo del avión argentino
El ex piloto contó que eran tres pilotos, y que sabían que el ataque británico sería a las 14:52. “Allí fue cuando el jefe de cuadrillas dio el alerta porque había Harriers al frente y empezó un ataque por aire. Los otros dos fueron derribados", contó.
En ese momento, fue alcanzado por un misil, por lo que debió eyectarse para salvar su vida. Por el impacto al caer al suelo, sobre una loma, se desmayó. Al despertarse, su primera reacción fue intentar ubicar donde estaba. “Cuando me di cuenta de que era Malvinas empecé a rezar", dijo el piloto, quien por entonces tenía 38 años.
En ese ataque, Piuma justo se fracturó la cuarta y quinta vértebra, se quebró la tibia y peroné de una de sus piernas, tuvo traumatismo de tórax –lo que le generó dificultad para respirar– y tenía un corte severo en el paladar.
Estuvo 24 horas en ese lugar, sin poder caminar ni moverse. "El primer día lo único que hice fue rezar. Después le pedí perdón a Dios por mi falta de respeto. Como no podía caminar me empecé a arrastrar porque a mil metros había una tapera. Esa noche la pasé a la intemperie, me cubrí porque tenía frío, y creía que me iba a morir porque me sangraba la boca", relató.
Al día siguiente, dijo, le rezó a la Virgen. “Llevaba los elementos de supervivencia atados al cuerpo. Le pedí que me diera la oportunidad de seguir viviendo, que no tenía derecho, que tenía cuatro hijos, estaba casado y era feliz. Al final llegué a esa tapera".
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