Argentina y el Fondo Monetario Internacional coinciden en un punto clave, y quizá el único, que los separa de los analistas privados. Tanto el Ministerio de Economía como el FMI aún creen en que en 2022 la inflación puede ser de dos dígitos, evitando quebrar la frontera tan técnica como psicológica del 100%. Los cálculos que el oficialismo mantiene activos desde septiembre son que el acumulado mensual permite sostener a ese nivel, con la presunción de que en noviembre se sostendrá por debajo del 6%; eventualmente cerca incluso del 5,5%. Si en diciembre, mes siempre complicado, la tendencia se puede mantener controlada, el 98% tope es aún posible.
Argentina y el Fondo Monetario Internacional coinciden en un punto clave, y quizá el único, que los separa de los analistas privados. Tanto el Ministerio de Economía como el FMI aún creen en que en 2022 la inflación puede ser de dos dígitos, evitando quebrar la frontera tan técnica como psicológica del 100%. Los cálculos que el oficialismo mantiene activos desde septiembre son que el acumulado mensual permite sostener a ese nivel, con la presunción de que en noviembre se sostendrá por debajo del 6%; eventualmente cerca incluso del 5,5%. Si en diciembre, mes siempre complicado, la tendencia se puede mantener controlada, el 98% tope es aún posible.
Cerca del massismo afirman que para que la proyección se haga realidad, debería hacer lo suyo el plan Precios Justos y contenerse con ese instrumento los precios de los alimentos y bebidas del último mes del año, cuando las presiones de las fiestas y los cierres de ejercicios siempre tienden a elevar el porcentaje final. La creencia de Hacienda es que el nivel de suba de precios de 7% mensual en el tercer trimestre (especialmente en alimentos y bebidas) se debió más a un shock especulativo sobre la evolución monetaria y cambiaria que a un reflejo serio de la realidad de la estructura de precios. Reconocen, además, que no ayudaron las circunstancias políticas dentro del oficialismo a partir de la renuncia de Martín Guzmán y las tres semanas de intento de gestión de Silvina Batakis; días bombardeados por la interna del oficialismo que casi lleva al país a una corrida terminal, reconocida por el propio ministro de Economía y su número dos Gabriel Rubinstein. La llegada de Massa, por el contrario, logró cierta estabilidad en los frentes fiscal, monetario y, especialmente, cambiario, con lo que los 2 puntos porcentuales que obedecen a cuestiones meramente especulativas deberían ceder.
La posibilidad de los dos dígitos para este año tiene un padrino importante. El FMI, en su último informe World Economic Outlock (WEO), publicó en octubre las perspectivas de la economía argentina para cerrar 2022 con una medición de 95% de inflación para este año, junto con un crecimiento de 4% final. Como el mismo trabajo incluía críticas y advertencias sobre la marcha del acuerdo, consideran en Hacienda que los datos positivos también deben ser tomados como creíbles por el mercado local. En las últimas horas, en los contactos de la misión argentina en Washington para cerrar los números del tercer trimestre, se volvió a considerar la posibilidad de los dos dígitos, pero bajo observación de lo que suceda en diciembre. De alguna manera, es una forma de alentar a Hacienda a sostener los actuales criterios monetarios restrictivos y limitantes de la expansión del gasto público, ante las presiones políticas internas del propio gobierno.
Para Economía lograr no superar la frontera del 100% tiene un aire de revancha. Si se lograra ese pequeño éxito, los funcionarios podrían mostrar un tenue triunfo estadístico contra los excolegas del equipo económico de las consultoras privadas. Ninguna de estas habla de menos de 100% en sus últimos papers. El problema se agrava cuando las mismas lanzan sus apreciaciones para 2023, con proyecciones que exceden largamente el 100% y que, en algunos casos, superan el 130%; niveles agrietados con el 60% incluido en el Presupuesto. Si las consultoras se equivocaran en su predicción para 2022, Massa y su equipo tendrían argumentos válidos para refutar los pesimistas pronósticos inflacionarios de 2023.
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