uando sintieron los primeros impactos de misiles retumbar cerca de la casa en la que habitaban en Kiev, Ucrania, los argentinos Sebastián y Gian intentaron comunicarse con la embajada de su país. Solo recibieron un mail que les avisaba que no había nada que pudieran hacer. Fue finalmente la embajada española la que le garantizó a Sebastián un viaje a Polonia, para de allí poder regresar a Argentina.
Sebastián Maldarelli tiene 24 años, a fines de 2019 su amigo ucraniano de la infancia, Andrés, lo convenció de viajar a su país y allí fue. En Kiev comenzó a forjar un presente que por fin lo hacía feliz, cerraba el ciclo de la vida “nómade” como él llamaba a las constantes mudanzas por las fluctuaciones económicas que había vivido junto a su familia en Argentina toda la vida. Sin embargo, su deseo de quietud se vio alterado por algo completamente inimaginable: una guerra.
Cuando Sebastián logró ahorrar poco más que lo necesario para un viaje de ida de Argentina a Ucrania se fue. Allá se reencontró con Andrés y en poco tiempo se fueron a vivir juntos con otro argentino: Gian. Los tres habían conseguido buenos trabajos gracias a manejar muy bien el idioma español.
“Yo quería construir mi vida en Ucrania”, aseguró Sebastián. “Me sentía muy cómodo y eso se sumaba la posibilidad de crecer económicamente”, explicó. “Siempre quise asentarme, porque desde chico con mi familia alquilábamos, nos mudamos varias veces incluso cuando recién llegué a Ucrania me tuve que mudar varias veces y mi objetivo era llegar a un lugar y convertirme un poquito en sedentario”, explicó.
Llegan los misiles a Kiev
Sebastián estaba enterado que entre Rusia y Ucrania había una tensión latente desde el 2014, pero nunca imagino que sería espectador de una guerra. “Mi madre y mi abuela me decían que tuviera cuidado, que había un conflicto desarrollándose, pero sabía que era específico de una región y estaba seguro de que no iba a avanzar más”, reconoció.
Diez días antes del 24 de febrero los medios anticipaban que Rusia iba a atacar Ucrania, pero, acostumbrados a desconfiar de periodismo local, ninguno de los tres amigos le dio demasiada relevancia.
La mañana del 23 de febrero, Sebastián se tomó un subte en dirección a su trabajo y compartió una foto en Instagram porque le pareció “que los días empezaban a ser muy lindos, asomaba el sol, no hacía tanto frío”. Sin embargo, la mañana del 24 de febrero sintieron cómo la casa en la que vivían retumbaba por una explosión cercana y fue entonces que, junto con Gian, decidieron comunicarse con la embajada argentina para saber qué podían hacer.
El abandono de la embajada argentina
El diálogo con la embajada argentina fue completamente decepcionante. Después de llamar insistentemente a un número que nunca funcionó, decidieron mandar un mail para preguntar qué recomendaban. “Respondieron el mail pidiendo documentos, número telefónico, aunque no sé para qué, porque la última respuesta fue ‘no estamos haciendo nada, no hay ningún tipo de operación en transcurso para evacuar a argentinos’ y nos recomendaron dejar la ciudad”, contó Sebastián.
Además, les aconsejaron que evitaran ir para el este, algo que resultaba obvio. Como Sebastián también tiene nacionalidad española, se le ocurrió probar con la embajada de ese país desde la que, a diferencia de la argentina, le contestaron de inmediato y le ofrecieron llevarlo a Polonia ese mismo día.
La decisión era difícil y debía ser tomada con rapidez. Por consejo de sus amigos, y el pedido entre llantos de su madre, aceptó irse. El traslado a Polonia fue de alrededor de 50 horas y los refugiados fueron recibidos con alimentos y hospedaje. Afortunadamente Gian había logrado viajar en un micro privado hacia Polonia también y se reencontraron y pudieron volver juntos a Argentina. “No me quería ir porque no dejaba de ser mi casa y mi país”, subrayó Sebastián.
“Me molestó muchísimo sentirme tan abandonado y desprotegido por parte del gobierno argentino”, insistió con tristeza. “Me es indistinto quién esté en la embajada ucraniana, me es indistinto quién esté al mando del gobierno actual y siento que hubiera sido lo mismo con cualquiera en el mando, porque es cómo nos movemos como nación en general”, agregó.
Presente y futuro en Ucrania
Hasta el momento Sebastián y Andrés se mantienen constantemente comunicados, aunque las principales líneas telefónicas fueron cortadas completamente. Para Sebastián es sumamente fundamental frenar el avance bélico de Rusia cuanto antes, porque mientras más tiempo pase, las consecuencias serán peores.
“Hay que cortar el problema de raíz cuanto antes, porque hoy es Ucrania, pero si Putin logra controlar Ucrania, nada lo va a parar y va a decir ‘mañana Moldovia, pasado Polonia’ y cuando quiera llegar a Polonia no lo va a dejar la Unión Europea, no lo va a dejar la OTAN y ahí va a ser un conflicto bastante más fuerte”, analizó.
Desde el 24 de febrero, día en que Gian intentó hacer contacto con la embajada argentina, hasta el momento en que se escribe este texto, ninguno de los dos jóvenes argentinos que regresaron de Ucrania fueron contactados por funcionarios de la cancillería para corroborar su situación.
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