Lucas González salía de entrenar con amigos cuando efectivos de civil, en un auto no identificado, los interceptaron a balazos. La fuerza de Rodríguez Larreta habla de un “enfrentamiento” que no existió. Lucas recibió dos disparos en la cabeza y ahora lucha por su vida.
La versión oficial, dada por la Policía de la Ciudad de Buenos Aires dice que este miércoles a la mañana “un adolescente de 17 años fue herido de un balazo en la cabeza y otros tres quedaron detenidos cuando aparentemente se tirotearon con policías que pretendieron identificarlos y protagonizaron una persecución a bordo de un auto por el barrio porteño de Barracas”.
Pero el relato que intentó construir la fuerza duró poco. Alcanzó con que la propia familia de Lucas González explicara lo que realmente sucedió para empezar a desmontar la versión policial-periodística oficial.
En primer lugar la familia de Lucas desmiente categóricamente que se haya tratado de una persecución, mucho menos que haya habido algún tipo de enfrentamiento y aseguran con claridad que el joven y sus tres amigos no portaban ningún tipo de armas. “Fueron atacados sin motivos por los policías”, denuncian.
La versión que intenta instalar la Policía dice que el miércoles alrededor de las 9:30 en la calle Luzuriaga del barrio porteño de Barracas policías de la Comisaría Vecinal 4C “irradiaron un alerta por la presencia de varios jóvenes en la zona a bordo de un auto Volkswagen Suran azul que se negaron a ser identificados y huyeron”. Que los jóvenes “habían salido de la villa 21-24” y que “la persecución se extendió hasta el cruce de Alvarado y Perdriel, donde se logró detener a tres de los sospechosos tras un tiroteo, uno de ellos herido de bala en la cabeza, mientras que un cuarto ocupante logró escapar a la carrera”.
Los familiares de los cuatro chicos dicen todo lo contrario. Para ello certifican que los jóvenes no habían hecho otra cosa que salir de un entrenamiento en el club Barracas Central, donde juega Lucas y sus tres amigos habían ido para probarse en las divisiones inferiores.
Los tres amigos de Lucas relataron aún aterrorizados que cuando habían salido del club, a unas pocas cuadras, fueron interceptados por un Nissan Tiida blanco, sin ningún tipo de identificación policial, del que bajaron dos hombres de civil desenfundando armas de fuego. Creyendo ser víctimas de un robo, los jóvenes intentaron zafar del bloqueo y fue en ese momento donde los policías comenzaron a disparar a los ocupantes del Suran.
El padre del adolescente que conducía el auto afirmó que el Volskwagen Suran es suyo y que su hijo lo llamó a las 9:35 para decirle que les habían querido robar y que a Lucas, su amigo, le habían pegado tres tiros. “Ellos fueron a entrenar y cuando salen los intercepta un auto, que no tiene identificación de nada, se bajan tres personas apuntándoles y ellos se escapan, y ellos (los policías) arrancan a los tiros”, relató el hombre.
El padre del chico agregó que su hijo, desesperado por la balacera, detuvo el auto apenas vio a policías uniformados en la calle “para decirles que les querían robar”. Pero lejos de asistirlos en su denuncia, los efectivos terminaron deteniéndolos a ellos. “Mi hijo sólo quería que lo asistan al amiguito que se le estaba muriendo arriba de las rodillas”, dijo el padre del joven ante los medios.
En un comunicado, la dirección del centro asistencial detalló que el paciente ingresó con un “deterioro neurológico agudo secundario a herida” y en "estado crítico" procedente del Hospital General de Agudos Dr. José María Penna de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Actualmente, el joven está "recibiendo soporte artificial de funciones vitales" y "permanece mecánicamente ventilado con apoyo hemodinámico y medidas de soporte vital".
El parte médico concluye con que la "condición neurológica es crítica” y “se están realizando los estudios pertinentes para definir su pronóstico”.
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