Joaquín “El Paisa” Aquino, nacido en Paraguay en 1988, no cayó precisamente con las botas puestas. Estaba echado en la cama mirando tele cuando la Dirección Contra El Crimen Organizado de la Policía Bonaerense llegó a su casa en el barrio Calabaza de José C. Paz para arrestarlo este jueves a las 4. Su mujer embarazada estaba ahí, también su pistola Glock con la numeración limada y material para cinco mil dosis de cocaína. Se entregó rápido, no hizo un escándalo. Ya esposado, pidió ir al baño, una, dos, tres veces. Los policías se reían un poco cada vez que Aquino volvía con cara de aliviado.
Así, pasaron las horas, con una guardia armada del GAD en la puerta y los vecinos que pasaban a curiosear. “El Paisa” seguía sentado allí en la cocina de su casa poco después del mediodía, a la espera de su traslado oficial a alguna jaula, acusado de la jugada narco más aberrante: ser el jefe transa detrás la cocaína envenenada que le costó la vida a más de 20 personas en el asentamiento Puerta 8 de Tres de Febrero.
Los comentarios en el barrio son curiosos. Los vecinos del Calabaza aseguran que la bolsa de cocaína que cotiza entre 500 y 700 pesos en la zona, pero no sería la banda de Aquino la que la vende. Hablan de otros traficantes, de otra villa de San Martín. Aquino alquilaba esa casa hace poco más de un año. Tener de vecino a un narco puede ser un martirio, pero “El Paisa”, más allá de mostrarse en una camioneta Jeep o en un Ford Focus, no hacía grandes fiestas.
Aquino estaba en el radar de la Justicia federal al menos desde el 9 de noviembre pasado, cuando la PROCUNAR -el ala de la Procuración dedicada a investigar delitos de narcotráfico- presentó una investigación preliminar en la Justicia federal con información provista por Crimen Organizado de la Bonaerense tras un extenso trabajo de campo. Aquino, mencionado explícitamente en las actuaciones elevadas a la Justicia, sería el encargado de la recaudación de la banda, un traficante movedizo que cambiaba de domicilio rápidamente, alojado por la familia de su pareja, principalmente en la Villa Loyola. El Ford Focus fue una pista repetida. Con ese auto, se lo veía ir y venir en pasillos de varias villas como presunto regente a cargo del dinero de la banda.
No era el jefe total, para nada. La Bonaerense lo conectó con sus tareas de inteligencia a dos capos de la historia reciente de San Martín: “Alicho” Aguirre y Blas Gómez. Sus nombres resuenan en el crimen de Ricardo González, inspector de la Federal, encontrado muerto de ocho tiros dentro de su camioneta en julio del año pasado, en la calle Congreso de Loma Hermosa. Sabían, también, que vivía allí en el barrio Calabaza. Su casa fue marcada y fotografiada, incluida en el informe.
Así, la PROCUNAR elevó el reporte a la Justicia federal de Tres de Febrero. Fue motorizado recién ayer, con 20 muertos en la morgue y un pico de más de 70 internados.
Aquino estaba prófugo hace más de un año y medio. Lo habían encontrado en abril de 2017 a bordo de un Volkswagen Golf con pedido de secuestro junto a un cómplice y casi 1500 dosis de cocaína. Por esa causa fue elevado a juicio en el Tribunal Oral Federal N°1 de San Martín. Fue una caución juratoria, lo dejaron libre de palabra. En junio de 2020, tras no presentarse en la causa, lo declararon rebelde. Es decir, podría estar en un penal, preso al menos, pero hizo lo que quiso.
Los documentos de ese expediente ya hablan de una vinculación con “Alicho” y Blas Gómez, que habían sido acusados un año antes de regentear la droga en la villa Loyola luego de una denuncia anónima en su contra. Gómez, por su parte, ya tenía una marca de la muerte: lo acusaban de haber matado de un tiro a Alan Dolz, un agente encubierto de la división Drogas Peligrosas de la Federal.
Ahora, ¿qué tiene que ver la cocaína envenenada con todo esto? La Bonaerense sostiene que la banda de Aquino proveía los kioskos del asentamiento de Tres de Febrero. Hay fuentes sospechan de una guerra narco donde se combaten “Alicho” y el clan de “Mameluco” Villalba, el polvo sucio sería parte de todo esto. Un avezado investigador federal que interviene en la causa lo descree: “¿Para qué vas a envenenarle la merca? Es más fácil ir y cagarlos a tiros. Tal vez, el que hacía el corte en la banda de Aquino puso cualquier cosa”.
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