La empresa informó que “el cambio en los hábitos de consumo hizo que la venta presencial represente hoy apenas el 1% del total de los tickets emitidos. Por eso, hace más de un año se decidió reducir esta modalidad de atención fuera de los aeropuertos”.
Además de las oficinas fueguinas, cerrarán las de El Calafate, San Juan, Jujuy, Rosario, Comodoro Rivadavia, Posadas, Salta, Neuquén, Bahía Blanca, Bariloche, Trelew, Formosa, Santa Fe, Río Gallegos y Corrientes. En mayo se sumarán a esta lista las de Tucumán y Mar del Plata, quedando operativas solamente las sucursales de Córdoba y Mendoza.
El personal de las oficinas sería trasladado a los respectivos aeropuertos locales, para reforzar las tareas operativas y se continuará ofreciendo atención comercial. Desde la empresa indicaron que no cuentan con cifras exactas sobre el ahorro económico que implican estas medidas, ya que incluyen tanto inmuebles alquilados como propios que podrían ser arrendados.
A esta estrategia de reducción de estructuras físicas, se suma también una fuerte política de ajuste de personal que comenzó en diciembre de 2023. Según se detalló, la plantilla actual se redujo a 10.401 empleados, el número más bajo en los últimos 14 años, tras una disminución del 15% de la planta total.
En paralelo, Aerolíneas Argentinas logró mostrar en el último trimestre de 2024 un resultado económico positivo por $156.323,9 millones, el primero desde su estatización en 2008. Esto se logró, entre otros factores, gracias a la posibilidad de liquidar ingresos al dólar MEP y afrontar gastos al tipo de cambio oficial, más bajo.
No obstante, el resultado operativo sigue siendo acotado: “la diferencia entre el resultado económico de $156.000 millones y el operativo (EBIT) de US$20,7 millones responde a la contabilización de ingresos financieros, impositivos y otros factores no operativos”, aclararon desde la compañía.
Desde su estatización, Aerolíneas ha operado con un promedio de pérdidas anuales cercanas a los US$400 millones, aunque en 2023 esta cifra se redujo a US$390 millones. La actual gestión busca dejar la empresa en condiciones de ser privatizada, aplicando una “política agresiva de reducción de costos”, que también logró el menor promedio de empleados por avión en la historia de la firma.
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