El Gobierno buscará en la nueva fase de su plan económico para el segundo semestre acelerar la reducción de la deuda del Banco Central con un traspaso de esos pasivos hacia el Tesoro y para así cerrar la segunda de tres “canillas” de potencial emisión de pesos. El resultado de esa operación marcará la velocidad a la que el equipo económico puede dejar el terreno allanado para el siguiente capítulo, el tercero, que incluirá la salida del cepo cambiario y que llegaría así acompañado de un régimen monetario distinto de competencia de monedas.
En el Ministerio de Economía y el Banco Central aseguran que la fase 2 no tiene plazos. El lunes comenzará la esgrima técnica entre la autoridad monetaria y los bancos, tenedores de los pases –que constituyen los pasivos remunerados del BCRA– para instrumentar la nueva Letra de Regulación Monetaria. El Tesoro y el Central ya habían iniciado, de manera más paulatina y con otro procedimiento, a migrar deuda de la hoja de balance de Reconquista 266 hacia el Palacio de Hacienda, a través de licitaciones de Lecap con una tasa más conveniente para los bancos.
Ahora la forma en que continuará ese proceso se modifica y toma, si el Gobierno logra implementarlo de manera exitosa, otro envión. Será a través de una letra específica que pagará un cupón variable que estará atada a la tasa de referencia -la de política económica, hoy en 40% nominal anual- que establece el Banco Central, según aseguraron a Infobae fuentes del equipo económico.
La letra en cuestión, aunque impacte en el balance del Tesoro, será administrada por la entidad que conduce Santiago Bausili para esterilizar pesos y todo lo que saque de circulación quedará en la cuenta corriente que el Ministerio de Economía tiene en el BCRA. Actualmente, de hecho ya cuenta con 13 billones de pesos depositados en esa cuenta –excedentes de licitaciones de deuda en moneda doméstica de las últimas semanas– que son pesos que no tienen remuneración y que no se actualizan con ningún interés.
El espíritu de la medida es que como el excedente monetario surgió como un instrumento para financiar el déficit fiscal del Tesoro, esa responsabilidad debe regresar al Tesoro. Y para que el Tesoro pueda garantizar capacidad de repago de esa carga nueva de deuda, tendrá que reasegurarse que el ajuste fiscal no se desvía ya que la solvencia dependerá, para los funcionarios del equipo económico, enteramente en adelante del superávit. Por lo pronto, alguna estimación que circulaba en los despachos oficiales hablaba de un 0,3% del PBI adicional de financiamiento necesario por los intereses que serán traspasados al Tesoro, unos USD 1.800 millones.
En la visión oficial, el superávit tendrá que estar sostenido en los próximos meses -que por cuestiones estacionales suelen ser más exigentes al fisco- en el refuerzo recaudatorio que representará la puesta en marcha del paquete fiscal. Principalmente por la vía de Ganancias, y también por el blanqueo de capitales, que sobrevivió al rechazo del Senado y que podría aportar, también, 0,3% del Producto por el ingreso del impuesto especial, de acuerdo a estimaciones oficiales preliminares. De todas formas, el grueso del flujo más grande de recaudación llegará, estiman en el Gobierno, entre agosto y septiembre.
Un analista económico, fuera de micrófono, destacó ayer viernes a la noche que se haya planteado la nueva hoja de ruta, y que quedó en evidencia que esta etapa nueva tendrá tasas de interés reales positivas. “Están afinando los instrumentos para limpiar la hoja de balance del BCRA y pasarle la responsabilidad del roll over al Tesoro. Se supone que el Central y el Tesoro van a actuar de forma coordinada sobre las tasas”, mencionó.
La velocidad a la que el equipo económico pueda resolver esta segunda fase marcará el momento en que pueda dar el paso hacia una tercera que, anticipó Caputo, incluirá la salida del cepo cambiario. Aunque no lo mencionó, también quedaría el terreno allanado para la puesta en marcha del régimen monetario nuevo bajo el formato de una competencia de monedas.
Es un tema sobre el que ya hubo idas y vueltas entre el Poder Ejecutivo y el Fondo Monetario, ante cuestiones decisivas sobre qué papel se le reserva al Banco Central y si el dólar puede ser utilizado para pagar impuestos o como moneda de curso legal. La opinión del FMI, en estos casos, parece tener distancia con la que verbalizó el presidente Javier Milei en distintas ocasiones, entre su voluntad de cerrar el Banco Central y permitir que el Gobierno recaude tributos en moneda extranjera.
“La salida del cepo es una tercera etapa que va a ser de crecimiento. No nos hemos fijado una fecha; nos hemos fijado parámetros que implican orden macroeconómico para que estemos lo más seguros posibles y que no genere ningún sobresalto”, dijo Caputo durante su conferencia de prensa ayer. El ministro de Economía graficó con “tres canillas” de emisión de pesos que el Gobierno busca cerrar como requisito antes de una unificación cambiaria: la primera es la de la emisión para cubrir el déficit.
La segunda es la que quiere cerrar el Poder Ejecutivo ahora, es decir, la de la deuda del BCRA y los intereses que genera. La tercera, anticipó, no necesitará ser cerrada y de hecho será clave mantenerla abierta: es la de la emisión para la compra de divisas desde el Tesoro al Banco Central para hacer frente, por ejemplo, al pago de intereses de deuda en moneda extranjera, una cuenta que desde 2025 comenzará a incrementarse.