Según los datos oficiales del Ministerio del Interior, se registraron votos en 109.000 mesas distribuidas en unos 17.500 establecimientos de todo el país. A pesar de la obligatoriedad del voto, el 34% de los electores no acudió a las urnas.
La caída en la participación representa un descenso considerable respecto a los últimos comicios: en las elecciones legislativas de 2021 votó el 71% del padrón, mientras que en las presidenciales de 2023 lo hizo el 77,05% en las Generales y el 76,31% en el Balotaje.
Además, fueron los primeros comicios nacionales con Boleta Única de Papel (BUP), un cambio histórico en el sistema electoral argentino.
Analistas y consultores políticos señalaron que esta baja en la concurrencia no sorprendió, pero sí generó preocupación por su magnitud. Detrás del ausentismo, advierten, se esconde un creciente desencanto social con la dirigencia política, impulsado por el malestar económico, la pérdida del poder adquisitivo y la falta de confianza en las instituciones.
“Estamos frente a un fenómeno de desgaste cívico. La gente no siente entusiasmo y percibe que votar no cambia su realidad cotidiana”, sostuvo uno de los consultores que sigue de cerca los procesos electorales.
Con esta cifra, las legislativas de 2025 se posicionan entre las elecciones con menor participación en las últimas cuatro décadas, reflejando una tendencia descendente que comenzó a acentuarse desde 2015 y que hoy expone un fuerte desafío para la democracia argentina.