La restauración del ambiente y la recuperación de distintas especies autóctonas, como el puma, el guanaco y el huemul, es a lo que se dedican guardaparques, veterinarios, biólogos y técnicos de campo, entre otros profesionales, que forman parte de un proyecto de resilvestración en la provincia de Santa Cruz, en el marco de una de las mayores olas planetarias de pérdida biológica.
Entre tres y un año atrás, Emanuel Galetto, Federico Castro y Matías Chambón decidieron dejar sus ciudades e irse a vivir y a trabajar inmersos en la estepa profunda, los cañadones y las mesetas de altura que conforman el Parque Patagonia Argentina, un complejo de reservas públicas y privadas localizado en el noroeste santacruceño.
Con base en la estación biológica El Unco, antiguo casco de una estancia ganadera, el equipo se dedica al proceso conocido internacionalmente como "rewilding" (resilvestración, en castellano) por su término en inglés, que consiste en restaurar los ambientes degradados con el fin de que su fauna -en muchos casos extinta o presentes en bajo número- recupere su estado silvestre original.
"Trabajar acá te permite ver la naturaleza de una manera más integral y reconocer en profundidad las distintas piezas que conforman este ecosistema tan fascinante", expresó Federico (25), guardaparques egresado de la Universidad de Misiones (UM) y oriundo de la localidad bonaerense de San Nicolás.
Como todo en aquella planicie indómita, el trabajo con fauna los obliga a entregarse ante la incertidumbre que su silvestría supone.
Si bien allí la rutina "es imposible de predecir" -advirtió Federico-, en general dedican sus días a la captura y monitoreo de distintos animales y el posterior análisis de sus hábitos, comportamientos e interacción con las demás especies.
En la actualidad, el equipo monitorea a través de collares satelitales con señal GPS a 16 pumas, más de 30 guanacos, 7 choiques y 13 huemules, entre otros animales.
Cuando iniciaron el proyecto en 2018, luego de entrevistar a pobladores de la zona y analizar el lugar con cámaras trampa, decidieron focalizar en estas cuatro especies, que son las "más emblemáticas de la zona" y las que tienen un "grado importante" de conflicto con el ser humano, de las cuales sólo el huemul está en peligro de extinción, aunque las demás experimentaron una disminución "catastrófica".
A la par de ese objetivo, sumaron a otras especies más "curiosas" como el chinchillón anaranjado, la gallineta austral, el coipo y el endémico macá tobiano, que en su mayoría están en peligro crítico de extinción.
"Lo que entendimos es que ya no alcanza con salvar las especies, sino que tenemos que recuperar lo perdido", aseveró Emanuel (34), coordinador del proyecto de renaturalización.
"Esto supone que no podemos dejar que la naturaleza se recupere sola porque algunas especies ya no tienen la capacidad de recolonizar o el ambiente está tan modificado que se necesita cierta intervención para que vuelvan a estar completos y funcionales", agregó el guardaparques santafesino, quien trabajó durante seis años en los Esteros del Iberá con uno de los proyectos más grandes de la Fundación Rewilding.
Con estos proyectos de sinergia público privada y junto a los trabajos de la Administración de Parques Nacionales, Argentina está desarrollando uno de los procesos de reintroducción de fauna autóctona "más importantes a nivel regional", aseguraron.
En la estepa patagónica, en particular, el equipo de Rewilding Argentina releva los posibles lugares donde se realizarán las capturas, los cuales, conforme a la especie, será con trampas lazo, con cebos o mediante arreo con redes, entre otras variantes.
Algunos animales son anestesiados con un dardo que carga la dosis requerida para cada especie y que disparan a distancia, para lo cual pasan horas "practicando la puntería y trabajando la paciencia para poder esperar el momento indicado y no lastimar al bicho", contó Emanuel.
Sin importar la hora, cuando suena la alarma porque un animal cayó en una trampa, el equipo sale en busca del ejemplar capturado, al cual rápidamente se le hacen análisis morfométricos, se toman muestras y se le coloca el collar, un trabajo conjunto con veterinarios de la zona a quienes están "capacitando para trabajar con fauna silvestre".
El seguimiento diario posterior es "una parte vital del trabajo" ya que permite conocer las especies para luego "tomar decisiones que mejoren su estado de conservación", explicó Federico, quien en medio del Cañadón Caracoles, al sur del Parque Patagonia, busca altura para que su antena de frecuencia muy alta (VHF, por sus siglas en inglés) le marque dónde se encuentra uno de los chinchillones anaranjados "collarizado" que habita aquellos paredones rocosos.
Por su parte, Matías (35) expresó que "poder trabajar en la naturaleza y vivir en estos lugares es mágico, me hace sentir parte de un todo".
Especializado en el seguimiento de pumas, releva diariamente los movimientos de Pampa, Pepito o Paloma algunos de los pumas que la fundación monitorea.
En aquellos casos en que el animal visita reiteradamente un mismo lugar, el técnico parte con su camioneta al punto marcado para averiguar cuál fue la actividad del individuo allí, por ejemplo, si cazó y qué comió, para de esta manera conocer su dieta.
Apasionados por lo que los rodea, Federico, Emanuel y Matías se fascinan con cada descubrimiento que logran acerca de cada uno de "estos bichos enigmáticos" que habitan la estepa profunda.
Con toda la información recabada, a su vez, buscan concientizar y promover una convivencia saludable entre los animales y las personas.
Asimismo, aseguraron que el objetivo es que "la gente local empiece a ver los beneficios de conservar la fauna" para, por ejemplo, diversificar la economía de la zona con propuestas turísticas, por lo que el equipo está integrado también por profesionales dedicados a la comunicación y el desarrollo del turismo local.
"Buscamos que se revaloricen las especies y la riqueza del noroeste santacruceño", concluyeron los tres especialistas, que coincidieron en que éste es un destino "con un altísimo potencial".