Pedro Pablo Prada (68), presidente de la organización Peruanos Positivos, fue asesinado junto a su amigo Raúl Huapaya Morales (52) en su casa, luego de celebrar el Día de la Canción Criolla, el pasado 1 de noviembre. Entre los invitados se encontraban dos hombres, actualmente sospechosos prófugos y quienes se habían hecho cercanos a Pedro Pablo, luego de que este los contratara últimamente para que le ayuden con la limpieza de su casa.
«Muchos tienen miedo a ser discriminados, tienen vergüenza de su diagnóstico y además creen que el Estado les hace un favor al atenderlos y darles sus medicinas. No han entendido que es su derecho y que por eso está bien exigir una atención adecuada. Nosotros somos iguales a todas las personas, somos seres humanos y merecemos un trato digno», declaraba Pedro Pablo Prada hace un año.
Pedro Pablo llevaba 32 años viviendo con VIH y luchando para el acceso al derecho de la salud de más de 70 mil personas diagnosticadas con el Virus de Inmunodeficiencia Humana en el Perú como él.
Pedro Pablo tenía 36 años cuando le diagnosticaron VIH positivo. Un año después, en el 2000, Pedro junto a cuatro pacientes VIH positivos decidieron demandar al Estado para exigir el acceso gratuito y universal de la terapia antirretroviral para todos los y las pacientes con VIH. En un contexto de grave crisis económica y violencia política, cientos de peruanos morían ante el alto costo de los medicamentos que podrían contrarrestar el VIH. El juicio contra el Estado se prolongó tres años; sin embargo, no obtuvieron una respuesta favorable.
“Antes del 2004, solo las personas que eran parte de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú, a través de su Comité de Prevención y Control del VIH/Sida (Coprecos), y los afiliados a EsSalud tenían acceso a medicamentos antirretrovirales. Sin embargo, para ellos tampoco era tan sencillo acceder a estos fármacos. Los asegurados tenían que registrarse en listas de espera y luego esperar durante meses hasta que les llegaran sus tratamientos. Algunos morían en la espera. La realidad para los que nos atendíamos en los hospitales del Ministerio de Salud era mucho peor: lo único que nos daban era una pastillita para evitar la tuberculosis y otra contra las diarreas. No te ofrecían nada para controlar al virus”, afirmó Pedro Pablo Prada el año pasado.
Ante esta situación, los cinco demandantes, Giseli Flores, una pareja de esposos y su hijo, y Pedro Pablo, llevaron su demanda hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En el 2004, el gobierno firmó un acuerdo con el Fondo Rotatorio Mundial para la lucha contra el VIH y, con el apoyo de organizaciones de la sociedad civil, se modifica la ley Nº 26626, ‘Ley Contrasida’, con la que se empezó a crear e implementar un plan de atención para otorgar el acceso universal y gratuito al tratamiento y medicamentos para personas con VIH. Un año después, en el 2005, la Corte IDH falló a favor de los demandantes.
«No fue exactamente la demanda, porque nosotros ganamos un año después de que llegó el Fondo Mundial. Yo diría que fuimos una parte del cambio. El solo hecho de acceder a los antirretrovirales ya era un gran cambio. Pero después los médicos se informaron más sobre la enfermedad, poco a poco fueron dejando de vestirse de astronautas para atendernos. También, se nos incluyó en la mesa de trabajo para la creación del programa de VIH, es decir, dejamos de ser conejillos de indias para convertirnos en personas con una voz», declaró Prada en el 2020.
Pese a que solo le dieron tres meses de vida, Pedro Pablo no falleció a causa del Virus de Inmunodeficiencia Humana, sino que fue asesinado por odio. El pasado 31 de octubre, Pedro Pablo Prada organizó una pequeña reunión para celebrar el Día de la Canción Criolla, donde se encontraban invitados, entre otros, su amigo Raúl Huapaya y dos hombres que últimamente habían sido contratados por Pedro para realizar labores de limpieza en su casa, ubicada en La Victoria.
Al día siguiente, al no tener respuesta a sus llamadas, los familiares de Pedro Pablo fueron a buscarlo a su casa. Alrededor del mediodía del 1 de noviembre, abrieron la puerta de la casa y encontraron muerto en la sala a Raúl Huapaya Morales con signos de tortura y a Pedro Pablo Prada en su cuarto, también asesinado con signos de golpes y tortura. Además, notaron que habían robado varias pertenencias. Se presume que los asesinos son los dos hombres invitados a la reunión y actualmente con paradero no habido.
Organizaciones civiles a las que él perteneció como Peruanos Positivos y AIDS Healthcare Foundation (AHF), denuncian que el asesinato de Pedro Pablo y Raúl fue un crimen de odio, debido a la aparente planificación para realizar el crimen, la consecuente tortura pues los cuerpos fueron encontrados atados y golpeados, y a la crueldad de sus muertes; además de la condición de vulnerabilidad por su orientación sexual.