El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, se prepara para imponerse en las elecciones de este domingo, buscando un cuarto mandado, lo que extendería su estadía en el Gobierno hasta, al menos, enero de 2027, convirtiéndose en el gobernante americano vivo con más tiempo consecutivo en el cargo.
En lo que va del año, 38 opositores, incluidos siete aspirantes a la Presidencia, fueron aprehendidos por conspiración y traición, mientras que el Consejo Supremo Electoral despojó a tres partidos de su acreditación legal y el Congreso hizo lo propio con 45 organizaciones de la sociedad civil, incluidas seis ONG extranjeras.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la oficina regional de la Alta Comisionada de Naciones Unidas (ONU) para los Derechos Humanos en América Central lamentaron, en un pronunciamiento conjunto, que se observa un incremento de la represión y de las «afectaciones a los derechos humanos y las libertades fundamentales en el marco del proceso electoral».
Estados Unidos también ha iniciado una revisión de la participación de Nicaragua en un acuerdo de libre comercio con Centroamérica, y ya ha detenido el apoyo a cualquier actividad de «desarrollo de la capacidad comercial» que se considere que beneficien al gobierno de Ortega, señaló un funcionario de alto rango del Departamento de Estado bajo condición de anonimato.
Dadas las divisiones en la región sobre cómo abordar la situación, analistas dudan de que el presidente Joe Biden pueda convencer a muchos otros países para que tomen medidas contra Nicaragua. En octubre, siete naciones, incluidas México, Argentina, Guatemala y Honduras, se abstuvieron de votar en una resolución de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en la que alertó sobre los intentos de la administración de Ortega para socavar las elecciones.