Daniel Frugotti, titular del Grupo Asperger de Río Grande, explicó cómo han evolucionado las clasificaciones relacionadas con esta condición: "Hoy por hoy, está dentro del TEA (Trastorno del Espectro Autista), o condición del Espectro Autista. Lo que varía es la profundidad de los síntomas y cómo se manifiestan en cada caso. El autismo clásico sería el grupo más profundo, mientras que el Asperger está en el otro extremo del espectro, como si fuera un arcoíris".
En ese sentido, subrayó que el diagnóstico temprano y los apoyos adecuados son fundamentales, "Cuanto antes se diagnostique y se dé el apoyo necesario, más posibilidades hay de que desarrollen habilidades. Esto incluye terapias conductuales, cognitivas, educativas y más".
En cuanto a los primeros signos, destacó, "Desde muy pequeños se pueden notar señales. A los 6 meses, un bebé debería sonreír; si no lo hace, puede ser una alerta. Lo mismo si no responde al nombre o no emite sonidos a los 12 meses. Antes esto pasaba desapercibido, pero ahora hay más información para detectarlo".
En este marco, compartió su experiencia personal con su hija diagnosticada con Asperger, “En mi caso, mi hija, que tiene Asperger, ya tiene 29 años, y su diagnóstico fue una experiencia compleja. Ella es la más chica de cuatro hermanos, y al comparar su desarrollo con el de ellos, notamos diferencias que nos llamaron la atención. Hace 29 años, sin embargo, este tema era poco conocido; ni profesionales, médicos, psicólogos ni nosotros como padres teníamos idea de lo que era el síndrome de Asperger. Nunca lo habíamos escuchado mencionar”.
Y continuó relatando, “Su diagnóstico llegó recién a los 13 años, fue tardío y sumamente difícil. Durante años, no logramos respuestas claras y enfrentamos un cúmulo de síntomas como ansiedad, manías y fobias que no encajaban en ninguna explicación. Además, las terapias que se ofrecían en ese momento no eran las adecuadas, entonces no había ninguna forma de salir adelante”.
Después de empezar con las terapias y tratamientos adecuados, Frugotti aseguró, “Le cambió totalmente la vida, tuvimos que aprender, aprendió la escuela, aprendieron los abuelos, los amigos, hermanos, todos tuvimos que aprender”, sin embargo indico, “Aún hoy, como sociedad, hay mucho por aprender”.
En el marco del trabajo que lleva adelantes, sostuvo, “Los grupos de padres que trabajamos en estos temas muchas veces enfrentamos obstáculos porque, aunque se habla de inclusión, el hecho de que exista esta conversación implica que aún hay exclusión. Por eso, prefiero hablar de accesibilidad y de brindar apoyos específicos. Es fundamental hacerles la vida más sencilla en todos los aspectos, desde el jardín de infantes hasta el momento en que puedan desarrollarse y conseguir un trabajo”.
A continuación, Frugotti remarcó que una de las principales dificultades para comprender el síndrome de Asperger es entender cómo esta condición afecta las interacciones sociales, “Fundamentalmente las personas que tienen asperger ya de jóvenes o adultos tienen dificultad en la comunicación, en el lenguaje, en las habilidades sociales, en la conducta, todo eso se aprende. Ellos ven al mundo de manera distinta a lo que uno lo percibe como neurotipico, es decir, vamos a una forma concreta, no entiende el doble sentido, la metáfora, no entiende la broma o el chiste, entonces se les hace muy complicado mantener una relación, especialmente en los adolescentes que ahí es en donde más se complica a la hora de desarrollarse”.
Este panorama evidencia la importancia de brindar apoyos específicos y adaptaciones adecuadas en los entornos educativos y sociales, “Es muy difícil que tengan una relación interpersonal porque tienen intereses muy restringidos, entonces es muy complicado hacer amigos, ellos quieren hacer amigos pero no saben cómo”.
Sobre la integración escolar y social, opinó: "No deberían ir a una escuela especial, sino a una que tenga los apoyos necesarios. Por eso es muy mas necesario seguir poniendo en tapete el tema de autismo y asperger”, subrayó.