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Francia: Dejarán de vender pochoclos en los cines como nueva medida contra el Covid-19

Mientras las noticias indican que Spider-Man: No Way Home esta arrasando en taquilla a nivel mundial, estas coinciden con la intensa preocupación por la variante ómicron del Covid-19. La última película de Marvel ha superado la barrera de los 1.000 millones y es, con diferencia, el título más taquillero de la pandemia, pero el oxígeno que parece haberle inyectado a las salas de cine (que en 2020 sufrieron un golpe económico brutal) puede haber sido comprometido con las nuevas medidas para afrontar el rebrote.
Tal es el caso de Francia, donde se hace eco de una nueva medida propulsada por el gobierno de Emmanuel Macron que prohíbe la venta de bebidas, pochoclos y otros snacks durante las funciones en los cines. No es una medida exactamente nueva (cuando los cines volvieron a funcionar a pleno rendimiento hace ocho meses también tuvo efecto), pero se vuelve traumática para el negocio ahora. La venta de alimentos es fundamental en el negocio de la exhibición cinematográfica.
Desde la reapertura oficial, los cines franceses han vendido 96 millones de entradas, lo que supone un aumento del 47% con respecto al fatídico 2020. Aun siendo inferior en un 55% a lo recaudado en 2019, siguen siendo unas cifras muy meritorias que las salas empezaban afianzar gracias a lanzamientos como Matrix Resurrections o la citada Spider-Man: No Way Home. De hecho la nueva medida, que entraría en vigor una vez concluyan las celebraciones de Año Nuevo, ha supuesto un aplazamiento fulminante de los pedidos a Benoit Ciné Distribution, que suministra al 70% de cines franceses sus pochoclos, golosinas y bebidas.
Las salas esperaban necesitar de estos recursos para las próximas semanas, pero la prohibición de su venta (que garantizaría el uso perpetuo de cubre bocas en sus instalaciones) ha forzado este retraso. “Es como si dijeran que pusiéramos el freno de emergencia al tren de alta velocidad”, declara uno de los responsables de Benoit Ciné Distribution. De cara a frenar la propagación del virus (que está provocando un aluvión de contagios con su correspondiente incidencia en la sanidad pública), el gobierno de Macron también ha limitado las aglomeraciones en lugares públicos: 2000 personas en interior y 5000 en exterior.

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