El Gobierno Nacional anunció la eliminación de impuestos para compras en el exterior realizadas a través de envíos internacionales. A partir de diciembre, los argentinos podrán importar bienes por un valor de hasta 3.000 dólares por envío, una cifra que representa un aumento con respecto al límite previo de 1.000 dólares. Además, los primeros 400 dólares de cada compra para uso personal quedarán exentos de aranceles, y solo se pagará IVA sobre ese monto.
Según explicaron las autoridades, la medida se enmarca dentro de la política de "normalización" del comercio exterior promovida por el Ministerio de Economía, bajo la conducción de Luis Caputo. De acuerdo a la información difundida hasta el momento, seguirá vigente la restricción de compra de hasta tres productos iguales y el tope de 50 kilos por envío.
Según el vocero presidencial, Manuel Adorni, esta medida busca reducir los costos para los consumidores, quienes podrán acceder a productos como ropa, tecnología y electrodomésticos a precios más competitivos sin necesidad de viajar al exterior. También se pretende facilitar la importación de insumos y repuestos para las empresas.
A modo de ejemplo, mencionó que una campera que costaba 100 dólares en el exterior, y que antes requería el pago de 67 dólares en impuestos, ahora solo pagará 21 dólares gracias a la eliminación de los aranceles.
El secretario de Industria y Comercio, Pablo Lavigne, detalló que la reforma solo afecta los envíos realizados a través del sistema courier, mientras que el régimen tradicional de Correo Argentino continuará con las mismas restricciones.
Preocupaciones por el impacto en la industria nacional
Si bien el Gobierno destacó los beneficios de la medida para consumidores y empresas, no abordó los posibles efectos adversos sobre la industria local, que enfrenta una crisis productiva con una caída de más del 20% en su actividad. En este contexto, la flexibilización de las importaciones podría profundizar los problemas del sector, con un impacto negativo en el empleo y un agravamiento de la recesión económica.
Diversos sectores han expresado su preocupación por el posible aumento de la dependencia de productos importados, lo que podría debilitar aún más a la producción nacional. Los críticos advierten que una apertura comercial sin restricciones podría afectar la balanza comercial y provocar serias consecuencias en áreas clave de la industria, con efectos significativos en la generación de empleo.