Dotto explicó que la muerte súbita, como su nombre indica, ocurre de manera inmediata, generalmente en personas que se creían sanas o que tenían una condición crónica estable. “La mayoría de las causas de la muerte súbita son de origen cardiovascular, aunque también existen causas extracardiovasculares. Muchas veces puede ser anticipada si se realizan los controles pertinentes”, indicó.
En el caso de los niños y adolescentes, destacó que existen cardiopatías congénitas y otras patologías que pueden detectarse a tiempo mediante controles médicos rutinarios, como electrocardiogramas y radiografías de tórax. “Por eso es tan importante el control de los chicos”, subrayó, teniendo en cuenta recientes casos ocurridos en Córdoba, donde cuatro menores fallecieron en distintas actividades cotidianas, como jugando al ajedrez, al fútbol o en clases de educación física.
Respecto a la frecuencia de los controles, Dotto recomendó que, a partir de los 15 años, se realice al menos un examen médico anual, donde el profesional pueda evaluar signos clínicos, interrogar a los padres y, si es necesario, solicitar estudios adicionales. Sobre la posibilidad de profundizar en estudios más complejos, aclaró que “van a seguir existiendo casos de muerte súbita que no se van a poder detectar, pero aquellos que sí se pueden anticipar, el control rutinario lo permite”.
En relación a los adultos, destacó que la causa principal sigue siendo cardiovascular, y recomendó especialmente a quienes retoman o inician actividad física tras años de sedentarismo realizar un control médico previo. “Hay que descartar factores de riesgo o estados patológicos que estén pasando desapercibidos para el paciente”, sostuvo, mencionando estudios como electrocardiogramas, ecografías del corazón, mapas de presión arterial y el uso de holter para detectar arritmias.
Sobre la edad recomendada para iniciar controles más específicos, explicó que en personas sanas, con actividad física regular y sin factores de riesgo, los exámenes anuales desde los 40-45 años son adecuados. Sin embargo, quienes presentan obesidad, hipertensión, sedentarismo o problemas cardiovasculares deben realizar controles más precoces.
El especialista también detalló algunos síntomas que pueden alertar sobre un cuadro de riesgo, “Si es de origen cardíaco, puede aparecer dolor de pecho, falta de aire, dolor en brazos, sensación de muerte inminente. Si es de causa cerebral, dolor de cabeza intenso, y en embolias pulmonares, un dolor que atraviesa el pecho como si fuera una espada”.
Dotto resaltó la importancia de que la población esté entrenada en reanimación cardiopulmonar, ya que puede salvar vidas en caso de infartos o arritmias graves, y destacó que el uso de desfibriladores automáticos en espacios públicos es clave.
En cuanto a hábitos de prevención, el doctor afirmó con contundencia, “La actividad física de fuerza disminuye brutalmente la mortalidad e incluso la aparición de estos cuadros, y cuando ocurren, aumenta muchísimo la chance de sobrevida. Se puede practicar desde los 8 años hasta cualquier edad, siempre con progresión y bajo control médico”. Añadió que modalidades como musculación, crossfit y entrenamientos de alta intensidad pueden realizarse con seguridad si se ajustan a la edad y condición física de cada persona para evitar lesiones.
Respecto a dietas y tendencias virales, como el ayuno intermitente o la dieta cetogénica, advirtió, “El problema no es la herramienta, sino cómo se aplica. Sin guía profesional, puede aumentar el riesgo de arritmias u otros problemas graves. Siempre hay que consultar a un profesional de la salud antes de iniciar cambios alimenticios o restricciones prolongadas”.
Finalmente, el especialista remarcó que la actividad física debe tener como objetivo la salud y la longevidad, no solo la estética, “Lo importante es vivir mejor y más tiempo. Un entrenamiento planificado y sostenido mejora la calidad de vida, disminuye el riesgo de infartos, accidentes cerebrovasculares y demencias,