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A 32 años de la caída del Muro de Berlín

Tras décadas dividiendo al mundo en dos bloques, la caída del Muro de Berlín propició la reunificación de Alemania y aceleró la desintegración de la Unión Soviética. Desde entonces se ha convertido en el símbolo del fin de la Guerra Fría.

Al final de la Segunda Guerra Mundial, el Reino Unido, Francia, Estados Unidos y la Unión Soviética ocuparon y dividieron Alemania y la capital, Berlín, en cuatro zonas administradas por cada uno, de acuerdo a lo establecido en la conferencia de Yalta de 1945. A pesar de los intentos de cooperación previos en Potsdam, las tensiones entre los Aliados no tardaron en aparecer. En 1949 se formalizó la división de Alemania con la creación de la República Federal Alemana (RFA) al oeste, con un sistema democrático capitalista, y la República Democrática Alemana (RDA) al este, con una dictadura de partido único comunista.

Como las fronteras entre ambas se mantuvieron abiertas, muchos ciudadanos de la RDA, en especial jóvenes, migraron a la RFA. Para parar la pérdida de población, en 1961 las autoridades comunistas levantaron, sin avisar, un muro que impedía el paso entre las zonas oriental y occidental de Berlín y que atravesaría la frontera entre las dos Alemanias. Miles de berlineses fueron separados de sus familiares y amigos, y se calcula que más de doscientos murieron al tratar de cruzarlo. El Muro acabó simbolizando así la división del mundo en dos bloques de la Guerra Fría, división que pasó a ser conocida como el Telón de Acero.

Se rasga el telón
En 1985, Mijaíl Gorbachov asumió la presidencia de la Unión Soviética e implementó las políticas de la glásnost (‘apertura’) y la perestroika (‘reestructuración’), que relajaron el control soviético sobre la economía y la política. Esto facilitó que surgieran movimientos nacionalistas y prodemocracia en todo el bloque comunista, como el sindicato Solidaridad en Polonia. En verano de 1989, ciudadanos de la RDA empezaron a manifestarse cada semana, demandando democracia y derechos civiles en las llamadas “manifestaciones de los lunes”.

Hechos como el “pícnic de la libertad”, por el que Hungría abrió su frontera con Austria en agosto, permitiendo que cientos de alemanes del Este cruzaran, exacerbaron las protestas, hasta el punto de que el líder de la RDA, Erich Honecker, se vio forzado a dimitir en octubre. Su sucesor, Egon Krenz, no logró apaciguar los ánimos, y el 4 de noviembre tuvo lugar la manifestación más grande de la historia del país, con medio millón de personas en la Alexanderplatz de Berlín. Aun así, nadie esperaba que el Muro cayera cinco días después.

La caída del Muro de Berlín y la reunificación de Alemania

El 9 de noviembre, el portavoz del comité central del Partido Socialista Unificado de Alemania del Este, Günter Schabowski, cometió el error de anunciar durante una rueda de prensa que los ciudadanos podrían viajar a Alemania Occidental a partir de ese momento. La declaración, equivocada, también precipitó los acontecimientos: medio Berlín Oriental salió a la calle para cruzar, y los guardias fronterizos, que no tenían instrucciones claras, les acabaron dejando. Pronto la gente empezó a trepar el Muro y a destruirlo con picos y martillos, mientras al otro lado los berlineses del Oeste les daban la bienvenida.

La caída del Muro, comienzo del fin de la Guerra Fría

Tras la caída del Muro, el Gobierno de la RDA anunció que habría elecciones libres, en las que ganó Alianza por Alemania, favorable a la reunificación de los dos Estados. El canciller de la RFA, Helmut Kohl, se encargó de negociar con la RDA y las potencias aliadas de la Segunda Guerra Mundial para llegar a un acuerdo. Si bien la mayoría de líderes occidentales fueron pragmáticos, al inicio no todos se mostraron favorables a una Alemania unida, como la primera ministra británica Margaret Thatcher, una de las principales opositoras.

Las dos Alemanias unieron sus economías ya en julio de 1990, y el Este cambió su moneda al marco occidental. El 12 de septiembre los Aliados y los dos Estados alemanes firmaron el tratado de reunificación, que otorgaba la soberanía a la futura Alemania unida, efectiva el 3 de octubre. Desde entonces, el país se ha consolidado como uno de los más poderosos de Europa, pero las desigualdades socioeconómicas e ideológicas entre el oeste y este perduran.

Desigualdad, ideología y migración: la división este-oeste persiste en Alemania

Como símbolo de la división entre los bloques comunista y capitalista, la caída del Muro de Berlín aceleró el fin de la Unión Soviética y del Pacto de Varsovia. En los dos años siguientes, las distintas repúblicas soviéticas se declararon independientes, y para finales de 1991 la URSS se había desintegrado en quince repúblicas, un fin que se formalizó con el Tratado de Belavezha y la dimisión de Gorbachov. Terminaba así la Guerra Fría, dando paso a la expansión del sistema capitalista y al liderazgo global de Estados Unidos.

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